El Jueves

Recoger los chismes

Uno va mirando en estos días, de reojo, para atrás por hacer balance, valorar lo que ha sido el año que casi ya se marcha...

Uno va mirando en estos días, de reojo, para atrás por hacer balance, valorar lo que ha sido el año que casi ya se marcha. Aprender de los errores y, por qué no decirlo, recrearse en esos momentos buenos que he tenido la dicha que la vida me puso por delante. En realidad no han sido tantos, pero sí muy intensos.

No, nos le voy a contar cómo ha sido el año que casi ya dejo atrás. Les aburriría y además creo que a ustedes les interesa bien poco. Pero sí les voy a recomendar que realicen este ejercicio. No se trata, insisto, de mirar hacia atrás en el sentido literal de la expresión. Ya saben que hacia atrás, ni para coger impulso. Entiendo la vida como el andar de los buenos pasos de Semana Santa, siempre de frente y acompasados, según lo que suene en cada momento. Pero sin dar pasos atrás -insisto- y sin quedarse parados en el mismo sitio.

Soy de la opinión de que lo bueno está aún por llegar, como dijo cierto presidente de fútbol. Esta es la razón y el motivo que me mueve cada mañana, cuando suena el despertador, para poner los pies en el suelo. Si esto no fuera así, mejor quedarse entre las sábanas. Pero como creo que cada día puede ser el mejor día de mi vida, aparto el embozo y me calzo los mejores zapatos (los de la ilusión), para conseguir arrancarle a cada minuto vivido todo lo bueno que la vida me quiera poner por delante. A mí y a los míos, esos que durante un segundo de tiempo piensan en mí. Ese es el objetivo.

Hay que vivir cada día como si fuera el último. Y no lean esta frase como un mal presagio. Al decir “como si fuera el último” me refiero a que en sólo 24 horas el mundo va a mejorar. Que este día será el último de los malos, aunque sea bueno, pensando que el próximo que va a llegar será mucho mejor.

Quizás todo esto les suene a galimatías, pero es lo que sale hoy de mi teclado. Será por el recuerdo de quien el martes nos dejó para siempre. O quizás por haber leído tantas y tantas buenas (aunque tristes) letras en la red durante esa jornada. Palabras de personas cercanas, con las que algo me une: desde Vita Lirola a Stella Benot, pasando por Oscar Gómez, Carlos García Lara o Ignacio Díaz. A todos ellos y a muchos más, este último (ojalá sea el último) zarpazo del 2015 nos ha dejado tocados. Pero él, desde algún sitio, seguirá ofreciendo su sonrisa y queriendo que tiremos hacia adelante. Con una sintonía de jazz al fondo, la sonrisa puesta desde su altura de niño grande y un macuto colgado en bandolera. Con eso me quedo.

Gracias por todo, Pepón.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN