El carnaval de la Virgen

Pablo Iglesias justifica al alcalde: “Lo ha manejado de manera muy laica en el sentido de que se trata de una muestra de respeto a los sentimientos populares”

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Esta semana mi amigo Lucio y yo hemos faltado a la cita de “El chipirón colorao” y nos hemos emplazado para comer en “El Cateto” con el maestro Manuel Alcántara y el universal arquitecto, escritor y orador Salva Moreno Peralta. Siguiendo la moda impuesta por el vecino Ayuntamiento de El Rincón de la Victoria, que instauró las comuniones y bautizos civiles hace un año, con el gobierno de Podemos, nos hemos comulgado unas ostras, unos percebes, unas gambas de Málaga y unos filetes de ventresca. Acabada la comunión, bautizada laicamente, como no podía ser de otra forma, con un albariño “Mar de Frades”, hemos rematado la faena con café y copas. Ni una connotación religiosa, lo juro. ¿Para qué? Si todo lo que hemos tomado es gloria bendita.

Durante el civil ágape, ha salido a la palestra la medalla de oro a la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad de Cádiz, que le ha sido concedida por el ayuntamiento del “Kichi” ¿Cómo explicar tal aberración? ¡Qué horror! Gente tan laica y atea como nosotros dándole la medalla de oro a la Virgen, se dicen Iglesias y Monedero.

Pablo Iglesias justifica al alcalde: “Lo ha manejado de manera muy laica en el sentido de que se trata de una muestra de respeto a los sentimientos populares”. “Los urbanitas de izquierdas tenemos que aprender a respetar esas tradiciones tan arraigadas en el pueblo”. ¡Ay, amigo, que te han pillado! A esas tradiciones les dan por el saco si quien se las salta a la torera es Rita Maestre luciendo tetas en una iglesia. Monedero también se apuntó a la defensa del “Kichi” ¡Lo que hay que ver! Ambos, a cuál con argumentos más risibles.

En los felices años que estuve viviendo en mi adorada ciudad de Valencia, me contaron que, en la quema de iglesias habida en la Segunda República, los milicianos prendieron fuego a la catedral gótica de Santa María, conocida popularmente como la Seu, en la que destaca su espléndido campanario, el Micalet. A ella está adosada la Basílica de la Mare de Deu dels Desemparats. Como quiera que dicha Virgen es la Patrona de la ciudad y de todo el antiguo Reino de Valencia, adorada y querida por todos los valencianos, y que el fuego amenazaba con extenderse desde la catedral a la basílica, los mismos milicianos que prendían fuego a aquella, regaban con mangueras a ésta para salvarla de la quema, porque la Verge es la Verge y nada tiene que ver con Dios y sus curas. Pues el “Kichi” ha pensado lo mismo: que quemen al cura y al obispo si quieren, pero a la Virgen del Rosario, Patrona de la ciudad de Cádiz, ni me la toquen, ¡oiga! Ya pueden decir misa Monedero, Iglesias y la madre que los parió.

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