A Pedro se le ve la coleta

Bueno, te diré que, ante todo, creo que este debate en público nunca se debería haber dado

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Nada más entrar en “El chipirón colorao”, Lucio me pidió mi opinión sobre el debate de las primarias del PSOE. Casi ni me da tiempo a pedir el aperitivo, y menudo caldito de pintarroja había preparado Rafael. ¡Hombre Lucio! Le dije. Son tus opiniones las interesantes no las mías. Oye, tú eres el que has votado siempre a los socialistas, así que mójate. 

Bueno, te diré que, ante todo, creo que este debate en público nunca se debería haber dado. Sólo va a servir para dividir más al partido y poner mucho más difícil la cohesión de la militancia a nivel nacional, además de crear una enorme confusión entre los votantes si no sale elegido secretario general aquél que les gusta. Esa confusión se está dando ya entre los mismos militantes de toda la vida, gente de mi edad, grandes amigos míos, así me lo han manifestado. Algunos están dispuestos incluso a dejar el partido y votar a otros si no sale como secretario general en las primarias su candidato preferido. Pues, a partir de ahí, imagínate, y además revoloteando el precedente de la ruptura de disciplina de voto en el Congreso que estableció el PSC. No quiero ni pensarlo

Pero te diré una cosa, Lucio, en lo que a mí respecta. Yo he trabajado siempre en la empresa privada y dirigido varias, como tú bien sabes. Te puedo asegurar que si un año hubiese presentado pérdidas, y al año siguiente hubiese presentado un balance similar y además, aún con una mayor cifra en números rojos, mi consejo de administración sólo me hubiese dicho tres palabras: ¡está usted despedido! Pero en ese caso lo que jamás se me hubiese ocurrido es volver a presentarme para el cargo. Si Pedro Sánchez hubiese tenido la más mínima vergüenza, el Comité Federal no tendría que haberlo destituido, hubiese presentado la dimisión de inmediato.

Por otra parte me hizo mucha gracia en el debate que, cuando Patxi López, que me pareció un excelente candidato, le preguntó a Sánchez, a cuenta de su cacao mental sobre España y la nación de naciones, “¿sabes lo que es una nación?” Y Pedro, aturrullado como un colegial, contestó: “un sentimiento” ¡Jódete! Reducir la nación a tan solo un sentimiento que siempre es personal e individual y que, aunque pueda coincidir con los sentimientos de otros, no constituyen de por sí ni una nación, ni un país ni siquiera un barrio, sólo significa que Pedro no sabe ni lo que dice, pero lo que sí ha aprendido muy bien es la demagogia de su admirado Pablo Iglesias. En el debate, a Pedro se le ha visto la coleta de Pablo. Lo mejor que podía hacer es afiliarse a Podemos y dejar en paz al PSOE. Así seguiremos votando los socialistas como toda la vida.

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