Cortesanía, comedimiento, atención, agrado, cortesía, moderación son vocablos que desarrollan los buenos modos de andar por la vida; en definitiva, la “urbanidad”. Palabra olvidada de todos o casi todos y que siempre ha sido la norma de conducta.
Estamos continuamente quejándonos, y yo el primero, del estado tan lamentable en el que se encuentran nuestras calles, plazas, edificios y fachadas, algunos de propiedad municipal que son un mal ejemplo a la hora de los adecentamientos que se exige a los propietarios de inmuebles, pero lo que no podemos quejarnos es de la suciedad que presenta El Puerto porque somos nosotros los culpables con nuestras faltas de urbanidad.
Vemos con frecuencia cómo los conductores de vehículos arrojamos por la ventanilla las colillas y los ceniceros, cómo tiramos al suelo las colillas de aquello que fumamos por la calle, cómo tiramos al suelo las cáscaras de pipas cuando estamos sentados en los bancos de las plazas, cómo tiramos al suelo papeles y bolsas de plástico permitiendo además que nuestros pequeños también lo hagan.
Urbanidad, señores; urbanidad y respeto al medio ambiente. Así pues, propongo a nuestras autoridades que nombren una comisión educativa formada por voluntarios que vayan dando charlas por los colegios e institutos para concienciar a nuestra juventud de que la limpieza es primordial en el desarrollo del ser humano.
De las calles, plazas y aceras en mal estado deben ocuparse nuestros gobernantes, pero de la suciedad que impera en las mismas debemos ocuparnos los ciudadanos. No seamos guarros, hagamos uso de las papeleras y los dueños de perros que cumplan con las ordenanzas municipales a las que están obligados.
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