Realmente sorprendido se queda uno al leer las declaraciones de los diferentes partidos que conforman la corporación municipal.
Completamente anonadado ante tanto sacrificio de nuestros ediles al no poder disfrutar de las merecidas vacaciones veraniegas.
Embelesados al contemplar el gran halo de santidad que les rodea, pero no es de extrañar si tenemos en cuenta que el edificio donde desarrolla su tarea fue morada de una orden religiosa que habrá dejado su huella espiritual vagando por sus aposentos.
A veces me pregunto si nuestros concejales hacen su vida en el consistorio sin abandonarlo hasta que se van a dormir, o viven en el extrarradio y por tanto no palpan los problemas que los ciudadanos tenemos.
La calle hay que patearla, hablar con la gente, entrar en sus bares, peluquerías y comercios en general, e interesarse por la unión de aquello que nos visitan, vecinos o foráneos, para de esta manera tomarle el pulso a la ciudad, saber lo que piensan de la labor ejercida por los munícipes, tanto si están en el gobierno o en la oposición… comprobarán la gran decepción que reina en toda la población.
He de reconocer que hay áreas que funcionan porque están bien definidas, aunque su titular, con buen criterio, dejará pasar el verano para sus días de descanso, en cambio nunca podrá disfrutar de vacaciones ni poniéndole alas a quien lleva seis delegaciones y está expuesto a cometer algunos errores como realmente sucede.
Así pues, nuevamente insisto en que hay que descargarse de trabajo empezando por darle alguna delegación, que muy bien podría ser la de playa, a ese lobo solitario que además tiene todo el verano libre.
Para llevar esto a cabo se necesita autoridad, aunque no se crea en ella. Deben saber que la norma de los partidos es dar libertad a sus dirigentes a condición de que no hagan uso de ella.
Sean valientes y rompan la norma, El Puerto lo agradecerá.
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