De bochornoso, ridículo, poco serio, escandaloso, informal, insultante, hiriente, desvergonzado, amoral, irreligioso, y un sinfín de calificativos más, y ninguno bueno, son los adjetivos dados al solemne acto del matrimonio civil celebrado en nuestro Excelentísimo Ayuntamiento oficiado por un concejal vestido de cura luciendo la medalla municipal que así lo acredita.
Esto no tendría ninguna importancia si hubiera sido una parodia como tantas otras en tiempos de carnavales, y la medalla no fuera auténtica, y el casamiento no hubiera sido real, dándose además la circunstancia de que el propio edil divulgó por Facebook la ceremonia para disfrute de su propio ego.
Desconozco si los contrayentes tienen hijos o los piensan tener, pero me gustaría saber cómo le explicarán esta mamarrachada.
En cuanto a Don Javier Botella, que así se llama el oficiante, solo decirle que la publicación de las fotos es de poco inteligente, o también de insensatos. Seriamente creo que debe presentar su dimisión o la plataforma a la que pertenece sustituirlo.
Levantemos El Puerto, a los que respeto por su congruencia con sus ideas, no merece tener en su fila a personajes que se toman a broma el gobierno municipal, arrancando frases despectivas de los ciudadanos que en nada benefician al grupo, tales como “qué vas a esperar de esta gente”.
Por otra parte, los mayores responsables son el alcalde y el secretario municipal, que no debieron permitir esta celebración de tan mal gusto. Cada uno a nivel particular que se disfrace de lo que quiera, faltaría más, pero en representación de toda una corporación municipal y, por tanto, de todos los portuenses no se debe tolerar.
Espero y deseo que se tomen las medidas oportunas para que payasadas tan deplorables cómo estás no se vuelvan a repetir. Los errores de los políticos, sobre todo de esta envergadura, no se perdonan pidiendo disculpas, sino dimitiendo.
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