Hemos empezado el nuevo año y llega la noche más esperada por todos los niños, la de los Reyes Magos, la noche de la ilusión, la noche de los deseos y también la noche de los chantajes por parte de los mayores, con la amenaza del carbón para los que no se han portado bien cometiendo travesuras.
Conviene recordar que también fuimos niños y que una noche tan mágica ha podido dejar huella en alguno de nosotros, trasladándonos en el tiempo a nuestra infancia, donde fuimos los más felices o los más decepcionados, pero lo que sí es seguro es que está grabado en nuestra mente de forma indeleble; así pues, procuremos que los pequeños disfruten de la fiesta y agradezcan con una sonrisa el amor que nos profesan.
También los mayores hemos mandado la carta a los Reyes Magos, expresando nuestro deseo de forma telepática y no por escrito. No obstante podemos asegurar que la gran mayoría, por no decir todos, ha pedido salud, prosperidad, paz, felicidad y algunos “déjame cómo estoy”.
Mi petición es además de las anteriores y, abusando de la bondad de los monarcas, os las voy a desvelar. Como buen portuense les he pedido que nuestra ciudad vuelva a tener el esplendor y la gloria de la que siempre gozó, que nuestros gobernantes encuentren el camino que hace algún tiempo han perdido, que pateen las calles y hablen con los vecinos, que respeten y se hagan respetar, que ayuden a los emprendedores y no pongan trabas, que den participación a los restantes ediles que no forman parte del gobierno y, por último, con especial interés, les he pedido que iluminen a nuestro alcalde, que le clarifiquen las ideas, que suelte lastre, que vigile más lo de dentro que lo de fuera, que llegue a pactos con la oposición y, sobre todo, que le aconsejen que con tanta presión no se puede gobernar porque se cometen muchos errores… y ya se sabe que los errores de los políticos, al igual que los cirujanos, son mortales.
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