El Dedo

Igual da o da igual

No cabe la menor duda que la igualdad entre hombres y mujeres está cada vez más cerca.

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No cabe la menor duda que la igualdad entre hombres y mujeres está cada vez más cerca. Estamos viendo cómo una mujer está ocupando puestos en la sociedad que hasta hace unas décadas era imposible. El femenino de los oficios cada vez con más fuerza irrumpe en el diccionario de la Lengua española.

Se está perdiendo poco a poco aquello del género común, que sería lo mismo para el macho de la hembra. El género femenino reivindica su posición dentro del idioma aunque a veces resulta un tanto chocante a la hora de pronunciarlo, quizás debido a la falta de costumbre.

Sirvan de ejemplo alguno de esos casos: el albañil o la albañila, el perito la perita (que más bien parece una pera pequeña), el paje o la paja (sin comentarios), el militar y la militara, el piloto o la pilota… y así podríamos continuar hasta agotar los miles de vocablos que nos definen a los miembros y a las miembras.

En cuanto a los oficios que por tradición han desempeñado las mujeres, ocurre otro tanto; por ejemplo la costurera y el costurero (cajón para guardar la costura), la matrona y el matrono, la fregona y el fregono, y así sucesivamente.

Todo esto lo acepto como no podía ser de otra forma, pero lo que es inaceptable es que suplante la mujer a un rey mago en la próxima cabalgata.

Suena un poco raro que cambiemos la historia con nombres como Melchora, Baltasara y Gaspara, aunque para compensar este disparate sugiero al Consistorio que en los próximos carnavales la Coquinera Mayor sea el señor alcalde y sus damas de honor sean sus compañeros, socios de gobierno, los tenientes de alcalde del tripartito.

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