Acerca de la situación por la que nuestra ciudad está atravesando, no cabe duda de que no son los mejores momentos, pero tampoco pensemos que somos los últimos de la fila. No voy a salir en defensa de nuestros mandatarios pero tampoco les voy a despellejar.
He criticado muchas veces el estado en el que se encuentran las calles, jardines, plazas e incluso el alumbrado, aunque debo reconocer que hemos pasado de la dejadez a una intervención frenética que está dando sus frutos… y comprendo lo difícil que les resulta al tener que arar con los bueyes que les han tocado.
Hecha esta introducción, hace unos días he leído en un periódico provincial una crítica feroz contra nuestro alcalde y contra alcaldes anteriores, y le preguntó a ese colaborador habitual de dicho medio: ¿ninguno de ellos ha acertado en el desarrollo de los polígonos industriales, en la construcción de parques, jardines, calles, avenidas, alumbrado, aguas y un largo etcétera.
Podría entender que estas críticas vinieran de los políticos de la oposición, pero nunca de un periodista al que siempre he considerado honrado y que para mí ha sido un espejo donde mirarme. Sus pregones han sido maravillosos y su saber estar siempre lo he alabado.
En esta ocasión me ha decepcionado ya que la valentía y nobleza en la manera de enfrentarse a alguien, propias de su apellido, han brillado por su ausencia. No sería de extrañar que continuase con este tipo de artículos, y si así fuera estaríamos ante la posibilidad de que tenga la intención de desembarcar en algún partido político de caras a las nuevas elecciones municipales… o quién sabe si aspira a volar más alto.
En ese caso, adelante, a formar parte del rebaño donde el que se descarrila por sus propios pensamientos es apartado del conjunto y echado a las profundidades.
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