Nada es igual

En política, no digamos que todo cabe. Los discursos son armas ofensivas y defensivas según la ocasión

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Parece que sí a primera vista, pero ninguna vida se parece; cada una tiene su sabor de hombre libre responsable de sus actos. De ahí mi manía de escuela, donde todos aprendamos lo que es común y al tiempo personal, que las dos facetas hay que ejercer al mismo tiempo.  Para la jota formamos un grupo de baile que no puede coartar a cada individuo, pero tampoco éste puede imponerse al conjunto. Hay cosas que salen de la práctica y necesitan una convivencia, que es donde, ya digo, yo pongo a la escuela. Le he buscado mal sitio. De todas formas, nada es igual, aunque lo parezca; parecido sí, sospechosamente parecidas son las cosas de los hombres si se miran sin precaución. Vamos a ver.


Dos acciones pueden ser muy distintas por la intención, por ejemplo. Yo puedo regalar un cuchillo para cortar mi pinche el pescado o esperando que se corte, perdonadme la broma estúpida. En política, no digamos que todo cabe. Los discursos son armas ofensivas y defensivas según la ocasión. A la chita callando se deciden más cosas que con lenguaje y hablando te escurres más que si callas, ignorante. Hay gente que ha cogido ya el truco y son expertos en no decir nada bien elocuentes. Desde luego no está nada fácil para los romos y “gramática parda” es asignatura importante en la convivencia. Lo llamamos complejidad, pero en verdad es un revuelto como la olla de verdura de la madre el día del mercado.


Hay un discurso de quedar bien y otro de quedar mejor, buscando nuestro bien o el de la fea conveniencia que disimulamos muy a menudo. Este interés es frecuente, sintoniza con el natural humano, y hasta ha sido responsable de su desarrollo: hemos aprendido a ser agudos siéndolo por necesidad. El mejor camino es el de verse gratificados en el aprendizaje. Se pueden encontrar metodologías de efectos similares, pero no iguales, que ayudan no obstante en el correcto aprendizaje con su gratificación: de tal forma han aprendido el baile los elefantes y a moverse dentro de un ritmo con una golosina a su tiempo. La más apropiada en el humano es el afecto, la atención o el sentirse valorado y aun distinguido en una compensación muy superior a la merecida. El hombre siempre ha de apuntar más alto para quedarse en su intento y ésta es una regla de oro para la escuela; un hombre poco valorado o con baja autoestima es pasto fácil de drogas o de todo aquello que lo refuerce.


Dios es una compensación bien buscada y la humildad magnificada y las metas inapropiadas a la cortedad y todo desafío que compense y gratifique. Sin las obras de San Juan de la Cruz, por ejemplo, o las de San Francisco de Asís, habría que haber cerrado conventos por vacíos de ilusión y sobrados de miserias. Esta es una visión simplemente humana, no entro en más profundidad ni lo pretendo: simplemente que optamos por encima de nuestro recorte y, si por bajo, rozamos el fracaso.  El hombre siempre ha de apuntar más alto para mantenerse, esa es su condición y no puede renunciar.  Desde el pragmatismo digo que lo tiene difícil, lo importante es rendir y el dinero sirve de intercambio, y el hombre con sus tendencias ha dejado de ser centro; el humanismo ha dejado de formar la salsa de este guiso, todo ha cambiado y todo ha enseñado sus vergüenzas para volverse rancio y sin altura. No puede durar mucho este adobo si no le damos dosis apropiadas de buen gusto, de tono, de educación.


El capitalismo está descubierto y se hace necesario para emprender un remonte, pero controlado en uso razonado y por expertos. La tierra ha dejado de ser un juego y la vida se hace seria hasta el extremo o peligra el futuro. Yo no sé si el hombre será capaz de tomarse el aviso en serio y aceptar la dosis de miedo necesaria para despegar de sus propias dificultades.  Alguien o algo ha dispuesto esta holganza como final y ha programado al detalle los últimos pasos y ellos consisten en la terminación del banquete para merecer algo deseable. Esta vida no admite   regalo, todo está trabado y medido y ajustado. Si desaprovechamos el planeta nos quedaremos sin él; con frialdad, sin contemplaciones, como es lo natural. Nos urge educar, despertar las tendencias al bien, ésas que llevamos a pesar de guerras y soberbias que consisten en cambiar una tecla de postura en la edad apropiada. Tuvimos políticos megalómanos, ahora creídos que buscan vivir bien; ninguna de las dos posturas nos sirve por infantiles y buscamos una más seria que ordene esta multitud que destroza y consume todo. Los fuegos y la suciedad acabarán con la vida más pronto que tarde y no es fácil crear conciencia en gente que utiliza el cargo para repartirse migajas.  ¿Tendremos dentro de nada la grandeza de ánimo de dejar vivir a todos los que nos juntemos? Vamos a ser muchos, yo lo dudo, si no lo programamos; conservamos el egoísmo del principio y refinado de cultura, no es fácil. Pero el hombre tiene el porvenir en sus manos y no sé si será capaz bajo el miedo, que ha sido siempre su recurso. Se presenta animado para quien llegue a verlo, no me lo negaréis.

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