En serio

En el lenguaje se hace el pueblo, yo lo sabía, y se hace en el aula el futuro de una comunidad

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Nunca me senté tan compuesto ante el teclado: y juro que preocupado. Como una especie de luz me ha tocado por dentro; cuento la sensación, no más, sin añadidos. Es Torremolinos el tema. Me enamoró hace más de cuarenta años la bonanza de su noche estrellada y ahora en pura antropología me duelo como un adolescente. Tengo que explicarme: hace ese tiempo que llegué con mi familia y me encargué del lenguaje de los octavos en El Palma de Mallorca. En el lenguaje se hace el pueblo, yo lo sabía, y se hace en el aula el futuro de una comunidad. Años largos consagrados a fortalecer las raíces de este pueblo, yo también lo soñaba. Toda mi vida dedicada a este hermoso jarrón de Torremolinos y hecha verdad y sueño y anticipo: recogido todo consigo y su perfume.  ¿Tú recuerdas, T. Vijande, esto que digo, rodeado de lianas el futuro hasta ser el milagro? No me arrepiento de haber dado todo en un fecundo abrazo con este pueblo llamado a ser.

Un resumen sorprendente lo tiene Jesús Cristóbal a la vista en su tenderete de Plaza Picasso: el único vestigio conservado. Yo lo animo a que deje editado este florilegio de grandes del pincel que se vinieron a este pueblo que irrumpía; es el único resumen que hay, pero completo, y así lo recuerdo al ayuntamiento desde este humilde escrito. Sería bien ponderado y bien justo el dejarlo para el futuro. Pero id primero a leer sus esquemas hechos con buen tono y puro sentimiento, como todo lo que hace Jesús, y cuidad de no ponerlo en manos de cualquiera, como sucede a veces, que a la piel de Torremolinos acuden parásitos y simplones; todos los parásitos son simplones que no dan para más. Pido a quien corresponda que quede editada una colección de biografías y arte que pase con seriedad a ser futuro. 

En una comunidad, hecha de prisa como la nuestra, lo que más acusa retraso es la madurez humana, que florece en común como las praderas: a veces se echan de menos los sensatos y sobran los enterados, sálvese quien pueda. Pero esto influye en “el sentido común”, no tiene más remedio, y entorpece: en este pueblo abundamos los atrevidos y se ve a la hora de llegar a ponernos de acuerdo. Un hombre corrido, experimentado, saturado; pero muy poco recto en sus juicios y conclusiones. Más precipitado que racional, más atrevido que serio y un punto más lanzado que recogido. Si vives un poco comedido, comprenderás: buena gente, pero no te fíes del todo, que siempre les falta un hervor. En los años que llevo nunca he visto maldad, pero sí tozudos rozando el infantilismo y tomas de decisión desde el cargo sin importar el juicio de los posibles desacuerdos. Ahora se están dirimiendo cinco millones en un edificio neonazi frente a una parroquia andaluza encalada y robando la visión de un bloque de pisos populares; todo sin cuestionar una decisión unipersonal desfasada, en medio de la fácil democracia y en un pueblo puntero en su modernidad bien fundada. Qué cosas.

Todo eso y más puede ocurrir aquí, donde hay caminos difíciles sólo porque sí, pero con una simple vuelta se tornan sencillos, otra vez porque sí, y sólo con estar al tanto de lo más fácil e intranscendente. Se puede, ya digo, decidir una obra de millones y los mismos que han pasado semejante desatino, ahora se posicionan sorprendidos en la acera de enfrente. Me gustaría que Jesús, ya digo, dejara un resumen fiable de valores del arte en esta época, que merecen tenerse en cuenta, y lo animo a ello para bien de la historia local y de sí mismo. En la bonanza de estas tardes pasearon por primera vez los pueblos tras el conflicto: en La Nogalera, sí. Aquí tomó café el pueblo liberado de la segunda guerra, yo lo escribí en su día. Alguien lo celebró con fiesta de banderas, pero el pueblo está antes que la política. Yo sólo hablaba de veladores y mirada limpia. Y la fiel oferta generosa a la que algunos no llegan.

Hoy ya es otra cosa. Si caminas por el sendero que parte de la floresta y sube a las cumbres en que se domina el mar y el estrecho conduce a uno privado en que predomina la conciencia recta y el aire liberal de la cultura, ése es. El mar entre tierras, el Mediterráneo. En él se logran todavía los milagros del hombre y a él sigue bajando a lavar sus costras. Con el gótico llegó al culmen la antropología con el fiel de humanismo y mística, que lo ha conservado. No más ya, no cabe. Si alguna vez los cistercienses volvieran a insuflar las comunidades humanas, ya sería el cielo; la época de las ciudades y las universidades, ¿qué cabe más? El gótico francés y el renacimiento en Italia: en medio estaba España madurando su genio. No cabe escribir la historia más fácil y completa. La crítica es tolerante y a veces se hace amarga; en ambas caras este país se salva y encuentra subterfugio. Mirad si no cómo amanece el sol que no se agota; y deshace la sombra y la destroza. ¿Y sólo con eso ya basta? Pues parece ser que sí, la luz hace el milagro y seguimos sólo con ella mientras que dure. Las noches son estrellas que llevan en su titilar los días que preceden como pequeños charcos y abren la promesa del siguiente. ¡Qué ilusión cada amanecida poner las manos y ver que se llenan cara al sur de la existencia! 

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