Verano

El verano nos lleva a la naturaleza y siempre trae beneficios: hasta la tormenta se reduce a dimensiones humanas, ¿el miedo no lo es?

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El verano no es una ocurrencia; forma parte del año natural y por tanto es serio como todo lo del vivir. Aquí además es un tesoro. Me gusta detenerme alguna vez y hacer cuentas mientras se marcha el tiempo. Si no os habéis jubilado, no entendéis del todo lo que digo; el tiempo se aprecia cuando se lleva con él nuestra propia trayectoria. El verano es ya más nuestro, como si todo hubiera ganado en intimidad y viniera rebozado en vivencias más propias que las de otras veces: éste es el más verano de cuantos he vivido hasta el momento. Y me acerco a él como a la tinaja de la cueva que de golpe renace al destaparla con el tinto conservado. Es que ahora andamos trayectos de aromas distintos y aterciopelados nuevos que salen al recuerdo. O que más bien se marchan con nosotros cosas y retazos que antes no se hacían sentir y ya se envuelven en sentimiento. Contemplo las cosas desde más alto y me aparecen bien distintas.

Sale el sol muy temprano y me despiertan los pájaros; en verdad yo dejo la ventana abierta y me sorprende el día. Me siento en la plaza y veo pasar, ando esta avenida y me cruzan niños con sus primeros pasos en muecas a la vida; me rodea esta bonanza que sólo aquí se siente y no sé explicar. Ha sido un acierto hacer peatonal el centro; eso sólo lo discurre el que valora la convivencia.  Hay más gente andando y mayor el tiempo en roce; se sube del paseo en aires de continente y, ya se sabe, nuestro pueblo fue experto siempre en brisas relajantes. Las épocas y sus vaivenes nos llevan a lo mismo, que se repite como ley de vida reforzado por la paz: este pueblo apuesta por la bonanza de las tardes tendidas como una alfombra a los pies de Europa. ¿Cuántas nos quedan de servicio honroso propiciadas por el sol cada mañana?

Este artículo mío quiere en su humildad hacer de pórtico al verano adelantado y de homenaje a los inviernos de tantos políticos que propician la paz con sus medidas. Cada era histórica es lo que son unas cuantas mentes privilegiadas y serviciales que acaban pasando a la memoria de los pueblos. Otros ofrecen su medianía, que también es de agradecer si no se convierte en prepotencia de tonto creído, que es la mayor desgracia por sobrevenir. Humildes, dispuestos siempre para no fracasar. ¡Qué sencillo es, pero qué difícil lo hace la parte de la emoción que habita en el corazón humano! El pecado de soberbia que ha perseguido siempre la tradición escrita. “Non serviat”, dice el Angel caído, no serviré, que forma parte de nuestra cultura y nunca nos desharemos de ella. La agresividad es fruto de lo opuesto.

El verano nos lleva a la naturaleza y siempre trae beneficios: hasta la tormenta se reduce a dimensiones humanas, ¿el miedo no lo es? Antropología está definido por M. Mead como Ciencia del Hombre; tanta dimensión en cada capítulo, que se ha difuminado el tema y fruto de la abundancia es también la vertiente social de la política. Primero fue teológico su estudio, después filosófico, psicológico y últimamente de observación de la conducta: la antropología es ciencia viva y dinámica como el mismo sujeto que la anima. Acabamos de presenciar en el parlamento un significativo espectáculo: la lista de corruptos, la del relato rápido de la Sta.  Montero, ha quedado sin contestar y nadie se atrevió con ella. Sólo alguien, que intentó el feo desprestigio personal, quedó atragantado a pesar del capotazo de una experta como Celia. Interesante espectáculo que ha comenzado a tener interés al momento mismo de terminar, en que se irá poniendo en solfa cada cosa para bien de la democracia.  Queda un buen rato de argumento y todo se andará a su paso desde hoy: gracias a los que lo han revuelto y han hecho posible el calendario.

Pero nosotros no robamos, es la contundencia que esperó varias veces al adversario de Pablo. Y quedaba tras cada una erguido y apostado. Pablo ha dado la talla de forma bien sobrada. No estoy entrando en ideologías ni es mi intención, dado que todas son respetables y fruto de una experiencia de vida y de familia: que en el común se purifiquen y gane la mejor y acompañe al adversario. Lo que se llama democracia, que es la forma de sentirse valorado dando valor a los demás con firme decisión desde el respeto. Si te sientes honesto y comedido y no has ido por senda prepotente en defensa de tu ego, queda tranquilo sonriendo a la bondad y al pobre humilde que reposa en el camino. Cuida las palabras y atiende las formas, por si no vuelves a ver ocasión de ensalzar al que te precede. Cuentan las disposiciones naturales aceptadas por la razón y lo demás es accesorio, incluidos los títulos nobles si se mal usan contra la dignidad o la decencia: el hombre por encima y todo mesurado. ¡Pablo Iglesias, da ejemplo, que ya lo tienes comenzado! Contundente, claro, sencillo y humilde sin doblez, que todo se corresponderá en su medida. Fuerte para contener la corrupción y de corazón abierto para los menesterosos. Ser inflexible sin dejar de ser delicado se corresponde con la perfección y a ella hay que aspirar. Si parece que no a veces, es sí y al revés, no ser inflexibles. O ser sin pasarse. Qué sé yo.  Y es lo  suyo tener criterio como racional, pero a veces no es sencillo.   

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