Mejor la duda

Ante un dogmático siempre mi previsión exclama ’cuidado’, lo mismo que ante el desaprensivo ‘atención’

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Según la mente cartesiana un buen camino para la verdad es la duda. Parece mentira, pero un aserto también puede ponerse de moda. Que lo diga Descartes, el estudiante de los jesuitas, que vio nacer celebrado su sistema lógico y hoy lo contemplará un tanto confuso desde la hornacina intelectual. Es mucho decir, pero permitidme esta libertad de quitar el lazo negro a vocablos sólo por entendernos; el pensamiento se capacita continuamente acumulando esa experiencia de lo natural, y del hombre en concreto, buscado en su comportamiento.  Habla de método, de orden en hablar y obrar, pero no de cualquier manera. Lo difícil será acertar con este orden así de adecuado, pero dudar es lo racional.

El dogmatismo casi siempre es portador de inseguridad como las pulgas el perro callejero; por eso es conveniente buscar la verdad que sale del grupo, la compartida, la que ha surgido tras los manoseos de mentes fiables. No te obceques y dale vueltas al asunto antes de dejarlo a los pies de alguien. Y es posible todavía que necesite otra brasa como el solomillo; una verdad es en realidad un acuerdo social. Eso es la democracia, un concierto de individualidades. Como una orquesta, buscando el arte en la mesura.  Por eso digo que dudar es bueno. Se da tiempo al raciocinio, como el toro que escarba con la vista fija puesta ya en dirección y decidida. Y se coge un aire de prestancia que para nada estorba: todo menos el aire sabidillo, la petulancia, el encumbrarse sobre los demás, que aparta y arrasa cualquier puente con el semejante. Es bien preferible antes la duda que la soberbia.

Tan picados estamos en darnos importancia, que todo lo usamos para dejar debajo al que se tercie. Sin miramientos ni disimulos. Tanto, que será imposible desarraigarlo por las buenas y hará falta procedimientos especiales y desde luego aplicados a una edad temprana, en la escuela para hacerlos universales y pública para igualar en derechos a todos los mortales.  Hay que ampararlos en beneficios naturales, donar sangre, por ejemplo, o trasplante de órganos y sus consecuencias: insolidarios con el insolidario. En este caso cabe el miedo como amenaza porque está fuera del humanismo y es una emergencia. Pero se evitarían muchos males que vienen tras el egoísmo. Se imponen cuadros de políticos asesorados-dirigidos por expertos y obligados en ciertas circunstancias. Dudar nos abrirá el camino de la humildad y la senda de la esperanza a través de darle juego a la gama de virtudes que conforman el humanismo.

Si no nos damos prisa en aplicar remedio a la ausencia de estas virtudes tan fundamentales, será tarde cuando nos percatemos de que deshacer o añadir lo que falta en la conducta de los hombres requiere ser virtuosos y constantes, o sea, sacrificados. De aquí la educación que es reforzar con hábitos y aceptaciones pertinentes para cambiar con voluntad. No me siento cómodo con el dogma, lo mismo que con un clavo ardiente guardo las manos y con la esperanza detengo las razones. Hay que recoger con calma ciertas realidades y guardarlas ordenadas.  La vida de la razón requiere compostura, así como la emocional un corazón generoso, si ambas buscan aparecer como fruto de sensatez humanista. Ante un dogmático siempre mi previsión exclama ’cuidado’, lo mismo que ante el desaprensivo ‘atención’.  La complejidad de lo moderno no deja sitio apenas entre las palabras y conviene no distraerse en la apreciación.

Lo cómodo no es siempre el mejor criterio. Ni el elogio que surge del interés o la loa hueca que no tiene fundamento y obedece a un pacto social poco serio. Hemos de usar con propiedad los adjetivos y hacernos responsables del tono social sin doblez ni tiranteces. Entre todos hacemos el ambiente, no se olvide, y se empieza a estropear por unos cuantos. Es insegura la vida del hombre, no se puede asegurar ni el mañana; pero hay que agarrarse siempre a lo sensato como seguro, la inteligencia se presta para eso.  No afirmes sin seguridad y, si la tienes, hazlo con respeto, que el hombre se modula con experiencias y en sociedad. Se ha visto una pelea de padres ‘el día del padre’ en un partido de fútbol en Mallorca; es suficiente el comentario de TV y se deben sacar conclusiones. España adolescente creció en reconquista y de caminantes que se aposentaron, no os escandalicéis y tenedlo en cuenta; también esos reveses nos hacen fuertes y nos dan argumentos para la guitarra y templanza a sus cuerdas. Está asentada España   en el sitio adecuado y Cervantes la supo ver como una venta que confunde la realidad de la noche y la del día.  ¿Cómo acabará el que se la tome muy en serio? Pero es hermosa y viva.  

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