Moros y cristianos

La creencia es nacer un deseo y el amor, conservarlo. En total, la vida.

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En nuestra cultura quedan restos de una buena relación entre el pueblo llano de uno y otro lado del arco. Era tensa en momentos sin embargo, como utilizando los mismos resortes; o como ocurre a veces entre hermanos en familia. Ambas tendían a usar el mismo espacio y en una discrepancia socio-cultural bastante acusada: los moros y los cristianos, condenados a una convivencia forzada e injusta. Inteligentes, pero no cultos, quede claro. Nunca puede ser apta una cultura si no es su meta la convivencia; esto es, el hombre con sus consecuencias. Dios es en ambas un no va más en mansedumbre y amor, pero al tiempo lo es en poder. Y ¿cómo con esos aparentes contrarios en nuestras pobres cabecitas de hombres? Nos pasa con frecuencia que hablamos en nombre de Él y, si pensamos con sana honestidad, nos veremos mendigando su tratamiento: no es fácil ser cardenal. Pero la verdad es que es dificultoso al máximo ser hombre con tales supuestos. Pero lo más hermoso.

Sí, es frecuente la marcha revestidos en la divinidad: porque no existe, es invento, dicen algunos; y otros, porque se deja. Como dioses. Sólo desde que se inventó la escritura, sabemos muy poco del hombre, lo demás es imaginado, pero debió ser muy confuso el comienzo. Se vino grano a grano, muy lentamente y hasta alcanzar lo racional. Decidme si es fácil, para que estemos tan resentidos. Lo nuestro es fruto de un azar sui generis, si es que lo es; se remueven muchas cosas que hacen oscuro el final, el hombre del momento. ¿Y la interpretación de este caos nos tiene tan revueltos? La verdad es que cabría más sensatez, pero ya se sabe: ahora tenemos la mala sombra del mono chillón y los posibles pobladores de un paraíso de huríes, como dicen los otros.  La verdad es que tenemos por fuerza un lío que no lleva un fin visible. ¿Hasta cuándo? Encontré fotografías de adolescente portando andas de Jueves Santo.  Me hizo recordar de esta manera al contemplar la naturaleza viva y las cotas de humanidad; y Dios, de seguido en la disposición nuestra, y cerrando. ¿Es de extrañar? ¿Tan cerca?

En el libro sagrado se habla de Él, que se encarna y se une en la cadena del hombre, ¿quién me discutirá que es osadía, por parte de nosotros si así lo creemos o por la de Él si así lo ha querido?  No es nada posible apoyarse en algo real, sólo creencia; dos los apoyos únicos, ambos gratuitos y de consideración, la creencia y el amor. La creencia es nacer un deseo y el amor, conservarlo. En total, la vida. ¿Será posible que no se encuentre hora para seducir ni razones para llenar el hueco que tenemos abierto cada tarde? Yo los he reunido en clase y en verdad que es provechoso si se atina con aislar ese veneno social que discrepa y hace salir la espuma a superficie. Hemos estado condenados a andar los mismos atajos y a quedar atrás naciendo. Sólo por eso, ¿quién lo aguanta? No digo de razones ni venganzas ni de pasado alguno; solo de paciencia y darles tiempo, el justo, el que estuvo dispuesto para todos, el que basta para respirar sin trabas.  Cristianos y moros, nosotros en la civilización liberal y ellos sosteniendo siempre como los atlantes los desniveles.

No se arregla con tolerancia, son oportunas esperas de experiencia y visión acordadas. ¿Y la única espera de futuro que queda en Europa? Deberíamos pensarlo. Somos dos pueblos sacados de la misma cantera, pero la misma capacidad ilusa nos gobierna con una tendencia soñadora a la espalda. Pero pueblos que casi nunca andan libres, siempre montados como los buenos caballos y casi siempre mal usados por vulgares como hijos de rico.  Qué gran pueblo si ‘obiera’ gran señor, como se decía del Cid. ¡Pueblos escasos de señores, la gran desgracia! Ahora todos heredamos señorío por derecho, antes los respetos y atenciones se conquistaban por disposición natural: es lo diferente, que puede ser decisivo.  Sobre todo, se ha visto roto y la relación complicada con el terrorismo que se ha enquistado y quiere organizarse dentro cual el pathos en ciertos animales y apuntando al hombre. No parece tener buen final y señala muy bajo, será una prueba dura que habrá que superar. ¡Hermanos cristianos y hermanos islamitas, debemos retirar escollos y mantenernos unidos, pensando que es nuestra cota la más alta del mundo libre, que caerá si caemos! Nuestro entendimiento es el futuro del hombre y estamos obligados a buscarlo responsables con visión clara y solidaria. “Los del libro” hemos sido y hay que ser del hombre en un amanecer que ya está cuajado. El humanismo está llamado a ser la semilla y en torno a esta hoguera los hombres comparten un pasado con un devenir alegre y confiado. Que seamos dignos de este destino y espléndidos con la factura. Quedan ‘castrojos’ pero tampoco es tan urgente. Moros y cristianos, primos hermanos. Compartir con ellos será un favor al mundo; buscar las esencias, renovar pasado para disponer futuro. Vamos.

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