El vicio de escribir

Lleváis razón los jóvenes, para este futuro no hace falta leer y casi ni sentir, lo adivináis intuyendo. ¿Para qué las emociones, la fantasía, la ilusión y la esperanza?

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Con el ordenador escribir se convierte en un vicio. Te levantas y vienes derecho al teclado a aprovechar la mente despejada. Antes de acostarte debes abrir la pantalla y de nuevo tecleas como dirigiéndote a un  mundo virtual para transmitir tu experiencia. No estoy seguro si lo que escribo forma parte de mi pensamiento o lo sobrepasa, ya digo. Pero una vez más se contrasta la realidad de las generaciones jóvenes y la nuestra: contra el hábito de escribir ellos practican el vicio de no leer.

 

Los jóvenes no aguantan una lectura seria, odian una prosa de contenido envuelta en razonamiento, no la soportan. Todo es inmediato ahora, eficaz, contundente, como lo es pulsar para inundar la pantalla de imágenes que se continúan en secuencias o se apagan de súbito a otro golpe de teclado. Desazona que ejecute lento “el espíritu” de la máquina, porque irrita que la pulsión no sea obedecida de inmediato. Es importante que un ordenador cumpla, pero lo es mucho más que lo haga acelerado.  

 

Nuestra cultura se trasmite por lo escrito y a su vez los hábitos de lectura conforman hábitos individuales y sociales que marcan grados de madurez.  Cada vez más logramos que nos estudien los menos y aun éstos lo hacen obligados e infelices en cuanto exijamos un poquito en profundidad. No encuentran placer y menos aún, aliciente. Te imaginas una humanidad futura pegada a las comisuras de la técnica, sin más aspiraciones, como chinches adaptadas, viviendo exclusivamente de los alcances de la máquina y renunciando a parte de lo que valoramos en la dignidad del hombre. El sueño hasta aquí se ha dado en el espíritu.

 

Una empresa moderna es un adelanto de grupo eficaz por lo organizado, en que cada elemento para producir lo necesario esté acompasado a la totalidad y viva en ella en cabal referencia. Palabras como disentir, libre albedrío están llamadas a desaparecer y aun se perseguirán con cierta saña. Las democracias son un paso estudiado para salir del individualismo que ha  caracterizado al hombre y que ha dado su peor fruto en los absolutismos y las dictaduras modernas. El gobierno del común, las democracias, sirve para desmontar el subjetivismo individual y acabará sin tardar en el último paso que serán colectivos, la globalización, organizados en función de la eficacia para mantener la libertad sacrificada al bien común y en general al grupo. La felicidad de la granja, que ya está vaticinado, donde la técnica asegure la subsistencia y marque los límites del desarrollo. El hombre de espíritu se convertirá en una antigualla y si no se resigna, en un enemigo.

Sería curioso vivir estos tiempos, mas no deseable.

 

Ya se observan síntomas; cada democracia es en verdad una dictadura, no tiene ni un mínimo de futuro y, de otra parte, abundamos en lo que la máquina produce y carecemos del resto que por fuerza es mucho más interesante. Es una adormidera. Lleváis razón los jóvenes, para este futuro no hace falta leer y casi ni sentir, lo adivináis intuyendo. ¿Para qué las emociones, la fantasía, la ilusión y la esperanza? Son atributos apolillados de un hombre al que le han dado un  viraje. ¿Y la libertad? Nefasta palabra, ni siquiera la disfrutará el que encabece este  nuevo orden; recrearse en un rebaño no permite el gozo noble. Adiós,  intentos de elevar al hombre, religiosos o de arte. Adiós, historia humana llena de actos admirables. Algunos sienten pesimismo en estas palabras. ¿Cómo ven ellos la salida de esta convivencia ingobernable y no volver a absolutismos odiosos? ¿Acaso el mundo no se encamina a la globalidad? Pues eso digo.El vi

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