Aforados

España es de risa y es preferible tomársela así para bajar la ira y seguir con ganas de vivir en esta maravilla occidental

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Leer que en este país de la pandereta tenemos 10.000 políticos aforados, produce bochorno si eres medio español nada más. Que no me vengan explicando, que me lo estropearán más. Sobre todo si tenemos en cuenta que en países como Alemania, EEUU e Inglaterra no tienen ninguno. Se trata de no ser juzgados estos 10.000, caso de ser imputados, por un tribunal normal que ejercería ante un ciudadano corriente. Se trata, pues, de tribunales extraordinarios para ciudadanos extraordinarios. Si de verdad fueran extraordinarios los diez mil (como en la Anábasis), no estaríamos nadando en la mediocridad ni enfangados en la pegajosa corrupción que nos atasca.

 

España es de risa y es preferible tomársela así para bajar la ira y seguir con ganas de vivir en esta maravilla occidental. ¿Os habéis parado a considerar la cantidad de aforados que tenemos dignos de un privilegio y la cantidad de privilegiados dignos de aforo que contenemos? Todos nos miramos y sacamos los privilegiados repasando al adversario. Pero están salteados, como dicen que lo están las verduras con el jamón ibérico. Y lo que maravilla es que con nuestra original manera de premiar seleccionados  hemos dejado perdidos a alemanes y yanquis como si tal cosa. Somos aventajados en democracia cuando acabamos de empezar, tomad nota del genio ibero. Y nos hemos distinguido en otras muchas cosas que me callo por discreto.

 

O arreglamos esta democracia, que se nos muere de inanición en los brazos, o no quiero suponer lo que puede suceder en cualquier momento. Sé que nos sienta mal vernos en la picota y peor vernos en ridículo, pero, ¿cuándo aprenderemos que ya estamos en esta Europa tan antigua y tan estremecida de glorias, donde no se puede hacer mofa del pasado y menos manchar el futuro todavía en ciernes? Los políticos son necesarios, tanto como lo es organizar el tejido social y hacer un país gobernable y bien gobernado. Pero siempre vamos a parar a desahogar al pie del árbol más presentable y los fieles políticos, que los hay, siguen sosteniendo el peso bien honorable de su mandato, gracias a los cuales esto sigue marchando. A la sombra de los buenos se aposentan los malos, siempre ocurre, y llamamos casta sin especificar a todos.

 

Pero la verdad es que a veces se hace un poco difícil distinguir y en esto llevan tazón los verdaderos que no hacen limpieza desde adentro. Son muchos diez mil para que no nos haga pensar y debéis concedernos una oportunidad para seguir con la crítica que es una defensa. Porque España no aguanta tanto y luego nos viene como otras veces una limpieza traumática que nos amarga varias generaciones. No sé si será forma de ser o deformación histórica, que más nos da, pero buscamos sobresalir con una dedicación digna de mejores fines. Pero, a eso voy, no solemos pensar que, cuando ocurre, suele estar manchado todo el tejido y, en más o en menos, todos participamos de este desaguisado. Y al mismo tiempo queremos a matar al santo de nuestra tradición y lloramos al verlo pasar y hacemos un revuelto entre nuestros mayores y los hijos que empiezan que no hay quien deshaga el nudo.

 

El juez preguntaba que le extrañaba que no se hubiera percatado aquella mujer que le robaban el dinero del pecho. Pensé que iba ‘a la buena fin’, declaró sin inmutarse. Es de esperar que El Juez Último nos lo ponga fácil sabiéndonos entrar por ‘el cachondeo’ o algo por el estilo, en que se distinga bien lo de las buenas intenciones, porque es verdad que luego nos repugna la doblez egoísta o al menos nos atrae la honrilla de ser espléndidos. Esperemos que se nos tenga en cuenta cuando haga falta y nos entren por donde es lo nuestro, que la virtud seca nos parece tan aburrida que somos capaces de cambiarla arriesgando más de la cuenta. Algunas veces pienso que tiene su mérito decidirse por la cosa pública, que no es tan fácil aguantar al hombre medio de un país que tiene que cobrarse por adelantado. Pero ahora estamos mal, no es fácil salir. No quiero que suene a alarde, pero no se me acaba una cierta esperanza en el genio hispano, que siempre guarda el último fósforo. Hemos salido de cosas mucho peores y se ponen de acuerdo, como ya se está diciendo, cuando hace falta, los socialistas y los peperos. Parecerá mentira pero así es y nos merecíamos entonces una buena lección, pero estoy seguro de que todo seguirá igual, y Dios lo quiera. Hemos heredado toda la picaresca del mundo y la llevamos encima en forma de chisquero para ponerla en marcha como último recurso. Muchos, que han acumulado de forma irregular, ahora dan lecciones y otros aconsejan desde su miseria. Este es nuestro país y no otro. Y que nos dure.

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