El pueblo

Ninguna religión tiene cotas ejemplares de trato con los semejantes en el terreno de los sentimientos.

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Recibo un video que para mí es sorprendente, supone un cambio bien radical en la estructura de la Iglesia. Liu Ming, medico chino, ha tratado al  Papa en su época de Cardenal durante diez años con la medicina tradicional de aquella antigua cultura. Levantado el tratamiento de pastillas varias para diabetes, corazón, tensión y otras, y sometido únicamente a masajes y acupuntura, lo ha  convertido en un hombre sano que se atreve a cargar con el yugo nada fácil del Pontificado. Hace pensar, sí, en nuestro sistema sanitario sostenido por una estructura capitalista que puede haber desembocado en consumismo. La figura del Papa con todo el prestigio que arrastra puede dar un giro de ciento ochenta grados en la salud de nuestro  occidente. Al menos estremece lo asentado.

 

Pero no es menos sorprendente este ejemplo de mente abierta ante la vida misma que hace recuperar un hombre que, además de la química orgánica,  es otras cosas no menos interesantes. Esta mentalidad humilde, respetuosa y abierta a otra cultura, puede llegar a ser motivo fecundo para el cantado  humanismo cristiano que no reconocen sus enemigos. O puede que no, pero a mí me hace sentir una brisa renovada de ventanas abiertas que pronostica cambios muy positivos en la metodología.

 

La Iglesia es madre y lo ha desvirtuado a veces con su connivencia con el poder temporal, difícil de evitar en algunas épocas y siempre aumentado por los detractores. El cristianismo vino a los pobres y los ricos deben asumir un espíritu de pobreza y sencillez para acercarse y no escandalizar a los catecúmenos. Es imposible compartir el mensaje evangélico sin este espíritu que nos hace como niños. Fray Luis de León escribe que el cultivo de la tierra es el único trabajo que nos compagina con la vocación cristiana,  todos los demás son granjerías para fascinar. No sé si es rigor del agustino  pero sé al menos que es cara opuesta este capitalismo en su última versión de finanzas. ¿Quién corregirá los excesos?

 

Francisco, el Santo Padre, ha regalado un meneo a la comunidad cristiana que con el tiempo se valorará pero de momento es optimista. Se trata de acomodar el sermón y acelerar el buen ejemplo en el hombro a hombro, corrigiendo defectos que antes se llamaban paganos y hoy son parte de las comunidades cristianas. En la realidad social se ha opuesto al comunismo un sentido capitalista que desborda al hombre y en el fondo tiene el mismo defecto, el Amor. En esto conoceréis que sois mis discípulos, dijo Jesús el  fundador, y la verdad que es difícil este carisma. Porque amor es algo más que dinero y en él estamos atascados como el regalo de boda y el humilde no lo tiene fácil con nosotros.

 

Todavía no ha habido época sin guerra ni Navidad completa. Ni soñar se puede que llegará el día del amor sincero, tantas veces en ensayo en la recepción del huésped. Somos amantes de la hospitalidad y nos halaga aparecer de limosneros con los marginados, pero no nos aguantamos ni nosotros mismos en el amor profundo que es el cristianismo, entre iguales, distinguiendo la dignidad de hijos de Dios. Ninguna religión tiene cotas ejemplares de trato con los semejantes en el terreno de los sentimientos. Tuve sed y me disteis de beber, nada más hermoso y nada más lejos de una práctica convencida. Pisamos mendigos y nos pisan las minorías agarradas al poder por el dinero, son las tres castas, ¿Quiénes quedan que representen al pueblo cristiano? Nos dicen que por el bautismo pertenecemos. Pero no, hay además un vínculo profundo y más difícil que se mide con el pobre.

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