Jesús Neira

Es el héroe del momento en este país con fama de insolidario; ya lo he dicho alguna vez, nos unimos en los actos sublimes y acabamos enganchados en la intrascendencia de lo diario.

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Es el héroe del momento en este país con fama de insolidario; ya lo he dicho alguna vez, nos unimos en los actos sublimes y acabamos enganchados en la intrascendencia de lo diario. Debemos reconocer nuestra impericia para aguantarnos, que se debe yo no sé a qué, pero sin duda tiene sus antecedentes. Jesús empezó por maestro ejerciendo su honestidad entre los niños y acabó en la cátedra de Teoría del Estado insuflando al espíritu de los jóvenes una clase de Derecho Constitucional que se fundamenta en los derechos humanos. Cree en la pedagogía del ejemplo, es esto lo que nos admira de su biografía.
Jesús ha salido de su estado vegetativo para decir a su mujer que la quiere, que no llore; y para confesarse un simple cumplidor del deber en su actuación frente a aquel enfermo en estado salvaje o aquel salvaje en apariencia de enfermo, que no lo sé muy bien. Reaccionó ante la agresión a una mujer, que quede claro; porque ella estaba en el suelo, diga ahora lo que quiera y cobre bien por decirlo ante las cámaras; anda que algunas cadenas qué tendencia hacia lo deslustrado me llevan. Don Jesús Neira, profesor de la Universidad, dice que lo volvería a hacer como sin darle importancia al deterioro de su cara; sus ojos sobre todo se clavan en el alma, porque se les ve agarrados a la vida. Si no se hubiera entrometido no le hubiera ocurrido nada, dicen que dice de contraste la agredida que por lo visto no hace cuentas de haber rodado por el suelo.
No soy quién para juzgar comportamientos, pero tengo derecho a agradecer el testimonio de este humanista consagrado en cuerpo y alma a su labor docente. Dicen que en esta sociedad, en que según algunos anda destrozada la familia, no se practica el civismo y se tiende a una radical inmoralidad y a la indignidad del hombre. Ahí está este ejemplo, que yo sé que no es único. Hay profesiones llenas de idealistas que dan cuanto tienen dentro en función del servicio a los demás y las conocemos. Todos sabemos de personas del montón que en lo oculto hacen lo mismo. No está de moda ni es lo que resalta en este momento de 'ganar es lo que importa', pero queda gente que devuelve la cartera perdida repleta de billetes, que vibra ante las atrocidades de las guerras y que llora ante el dolor. Siempre, aun en épocas conflictivas, ha habido los suficientes para que no se pierda la confianza en el hombre y para sentirse gozosamente libres con sus ejemplos. Porque seguimos llevando muy vivo dentro el concepto de lo bueno y lo menos bueno y, mientras éste se conserve, es posible la esperanza.
Sin embargo algunos, anclados en privilegios, pregonan de continuo la catástrofe y tienden a sembrar un concepto pesimista de la vida, que conduce a la discordia. Son quizás los peores enemigos de la sociedad porque minan desde el interior sus cimientos como las termitas y nos pueden conducir a embarrancar en la arena. Isabel Cepeda es también un prototipo de mujer; estás muy guapa, le dijo Jesús, y ella se ha conservado en dignidad ante el agravio. Son ejemplos que por insólitos hasta levantan inquietud, porque esta sociedad nos tiene acostumbrados al puñetazo. Pero hay de todo.

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