En tan sólo 48 horas se han anunciado dos nuevos auditorios para la ciudad. El pasado lunes, los promotores de Sevilla Park informaron de que en su futuro complejo comercial y de ocio en la margen derecha del río prevén un auditorio multiusos con capacidad para 20.000 espectadores y que precisará de una inversión de 60 millones de euros. Al día siguiente, la Autoridad Portuaria aprobó el proyecto presentado por la empresa gestora del Acuario para erigir en la margen izquierda, enfrente de Sevilla Park, otro auditorio, que tendrá como telón de fondo un tanque con 50.000 litros de agua y paisaje amazónico.
Estos anuncios suceden a la reciente inauguración del auditorio de 33.000 m2 que en la Cartuja construyó la SGAE al coste de 70 millones de euros y a poca distancia del auditorio de la Expo-92, el cual costó a su vez el equivalente a 30 millones de euros y que languidece porque no se gastó el dinero necesario para dotarlo de una cubierta. A la lista hay que añadir el auditorio del nuevo Fibes, con capacidad para 3.500 personas, una obra que en conjunto supuso una inversión de casi 120 millones de euros y que ha acabado acogiendo musicales para tratar de rentabilizarlo. Más el Imax del pabellón de Canadá, también reconvertido en auditorio. Y otros menores. No sabemos si Sevilla hace honor al lema “ciudad de la música” concedido por la Unesco, pero a buen seguro es ciudad de auditorios.
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