Con la coartada de la agilización de los trámites legales y de favorecer la actividad económica, la Consejería de Cultura ha redactado un anteproyecto de nueva Ley del Patrimonio en que suprimirá su propia autorización previa para obras menores que no afecten a la estructura, el subsuelo o la fachada de inmuebles sitos en el entorno de Bienes de Interés Cultural, Conjuntos Históricos, Zonas Arqueológicas y espacios protegidos. Tampoco exigirá proyectos de conservación para inmuebles en los entornos BIC. O sea, que la Junta resucita el riesgo del fachadismo que tanto criticó otrora, aquella práctica tan sevillana de vaciar edificios del Casco Histórico por dentro con tal de mantener la fachada y aparentar que no se había transformado nada. El consejero Vázquez, para justificarse, caricaturiza hasta el extremo de decir que a partir de ahora una familia que quiera cambiar un plato de ducha ya no tendrá que pasar por la Comisión de Patrimonio. Le remitimos al caso del hotel Mercer, publicado por este periódico: si con licencia y los mejores arquitectos detrás aprovecharon para demoliciones interiores, ¿qué no podrá pasar con la excusa de las obras menores sin licencia? Quizás lo mismo que en una casa catalogada donde han quitado hasta las columnas del patio para hacer sitio a más apartamentos turísticos. Nos tememos que a partir de ahora se van a cambiar muchos platos de ducha en Sevilla.
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