Cuando Espadas era senador presentó interesantes iniciativas sobre el ahorro energético como forma de financiar la rehabilitación de nuestro ineficiente y deteriorado parque de viviendas. Tan deteriorado que un reciente estudio encargado por el Ayuntamiento para la redacción del Plan Municipal de la Vivienda reveló que 25.000 edificios de Sevilla están en una situación deficiente, mala o ruinosa, y que en nada menos 63.000 no hay ni siquiera ascensor.
Conociendo estos antecedentes, mucho ha tardado el alcalde, pero al fin lo ha hecho, en impulsar a través de Emvisesa y en unión con la patronal del sector rehabilitador la Oficina de Información Ciudadana para la Accesibilidad, Mejora Energética, Rehabilitación y Accesibilidad de la Vivienda. Sus técnicos se encargarán de asesorar a los sevillanos sobre cómo -y también con qué ayudas públicas- mejorar sus residencias o instalar ascensores, lo que equivale a decir mejorar su propia calidad de vida, al tiempo que estas actuaciones contribuirán a generar empleo en la construcción y en la industria.
En la filosofía de “lo pequeño es hermoso” (Schumacher), aplaudimos este tipo de políticas aparentemente invisibles frente a la construcción de grandes infraestructuras. Aunque con ellas no se corte ninguna cinta inaugural para la foto, cambian y mejoran la vida de miles de personas anónimas, al fin y al cabo a las que se debe un gobierno municipal.
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