El delegado de Seguridad ha reconocido la evidencia de que los controles para prevenir y paliar los efectos de la movida que realiza el dispositivo policial activado los fines de semana por el Ayuntamiento están dando resultado. Las cifras revelan que hay un descenso de las incidencias relacionadas con la ingesta de bebidas en la calle porque los jóvenes que organizan de forma habitual botellonas se han retraído al conocer el resultado de las anteriores intervenciones y que los agentes van a seguir en esta línea.
Y, por otra parte, al comprobar que por fin parece que esta vez va en serio, los desanimados ciudadanos sufridores de los ruidos y molestias causados por las concentraciones juveniles han vuelto a formular denuncias ante la Policía, confiando en que sean atendidas y no caigan en saco roto. Así pues, ni mesas ciudadanas, ni ocio alternativo (del que nunca hemos sabido nada), ni dispersión de la juventud por otras áreas de la ciudad…
Esa política buenista de paños calientes para no afrontar de verdad el problema nunca ha dado resultado, pero sí por su efecto disuasorio el despliegue de la Policía para aplicar al cabo de un decenio la ley antibotellón. Ahora sólo falta que el delegado comprenda que el dispositivo policial no puede acabar en Navidad sino extenderse durante todo el año, porque si los agentes se replegaran las botellonas volverían a tomar las calles y las noches de Sevilla.
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