Uno de los hechos más destacados en los años del mandato de los ayuntamientos ha sido la creación del eje Sevilla-Málaga por iniciativa de la sociedad civil de ambas ciudades, secundada por la clase política y que luego se extendió a Córdoba y Granada. Tras más de 30 años de enfrentamientos, las urbes andaluzas dejaron aparcado el localismo para empezar a pensar y actuar en común, al comprender que su fuerza era infinitamente mayor yendo todas de la mano que manteniéndose aisladas y rivalizando entre ellas.
Pero ahora llega el presidente del PP andaluz, Juanma Moreno Bonilla, y recupera el discurso del agravio malagueño, en su condición de tal, con meros fines electoralistas. Moreno Bonilla ha convertido Málaga en la víctima de la Junta, con lo que ha vuelto a resucitar en el imaginario colectivo malagueño, siquiera inconscientemente, la asociación Junta de Andalucía/centralismo sevillano, que creíamos felizmente superada por el espíritu de concordia demostrado por los alcaldes Espadas y De la Torre.
Podríamos, como Moreno, recordar que Sevilla tampoco tiene el tercer hospital, por el cierre del Militar, o que le falta la Ciudad de la Justicia, que sí tiene Málaga, pero eso no lleva a ninguna parte. Juanma Moreno, al presentarse y postularse como mero futurible presidente malagueño, ha olvidado que un presidente de la Junta ha de serlo de toda Andalucía por igual y no sólo de su pueblo o ciudad.
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