Editorial Sevilla

Los números hablan

El modelo turístico aplicado en la ciudad en los años de crisis ha consistido en autorizar una media de mil veladores más en cada ejercicio

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Una ciudad monumental como Sevilla, que aspira a captar un turismo de alto poder adquisitivo que venga atraído por su patrimonio histórico-artístico, no puede tener como modelo turístico la colocación de mil veladores más cada año en sus espacios públicos, tal como refleja la media numérica del periodo 2010-2016.

Y ese promedio anual sale pese a que durante el segundo año del mandato de Espadas bajó por primera vez en los últimos años el número de veladores en la ciudad, cuyo centro se parece cada vez menos al de otras históricas urbes europeas y cada vez más a un abigarrado zoco africano. Hay una saturación evidente, como pueden comprobar a diario nativos y forasteros y como reflejan las estadísticas.

Asimismo, ha quedado demostrado que la apuesta por este modelo intensivo no ha supuesto un antídoto contra la crisis económica y el paro, ya que al final del periodo analizado  todavía hay más desempleados que al principio y no es muy convincente la tesis de los hosteleros de que cada tres veladores están propiciando un nuevo empleo en la ciudad. Por más que se empeñe el sector en defender la situación actual, de la que es el gran beneficiario, se impone una reordenación, especialmente en el Casco Antiguo, donde hay calles que más que al servicio de los ciudadanos parecen espacios privados acotados para el exclusivo uso de los establecimientos con sus terrazas de veladores.

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