Editorial Sevilla

Exceso de veladores

Para cualquier observador imparcial es evidente que hay un exceso de veladores: obstaculizan el tránsito y degradan nuestra imagen turística

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El Ayuntamiento ha ratificado su decisión de dejar sin veladores la Campana y de reducirlos en un 80 por ciento en la calle de San Fernando y en un 60 por ciento en la Avenida,  para garantizar el tránsito peatonal y preservar la accesibilidad universal  frente al uso privativo del espacio público.

El presidente de los hosteleros, Pablo Arenas, ha dicho   que esta medida supondrá la destrucción de la hostelería en Sevilla. Tomó de nuevo una mínima parte de la ciudad (tan sólo tres espacios del Centro) por el todo (una urbe de 700.000 habitantes).

Para cualquier observador imparcial es evidente que hay un exceso de veladores en esas vías públicas (y no sólo en ésas), donde las 300 mesas y casi 1.000 sillas autorizadas ocupan, cuando se respetan -y no siempre- los permisos otorgados, nada menos que mil metros cuadrados de superficie y provocan un abigarramiento y desorden que afectan a nuestra imagen turística.

Veladores salpicando calles y plazas añaden un atractivo a la ciudad; un exceso de elementos ocupando las vías públicas la degradan. Los hosteleros aspiran en su lógica económica a obtener el máximo de ingresos con el máximo número de veladores posibles y abarcando todo el espacio público que puedan, pero el gobierno local ha de velar por el interés general y no sólo por el de un sector, por muy importante que sea. En este sentido, la reducción acometida es razonable: veladores, sí, pero no en exceso, sino en su justa medida.

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