Editorial Sevilla

Vuelve la marea negra

Vecinos de Trastamara y calles aledañas han preferido el asfaltado antes que el adoquinado y se pierde así una seña de identidad

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Como, pese a que tanto se usa la expresión, parece que hemos perdido la memoria histórica del estado en que se hallaba la ciudad hace tan sólo unos cuarenta años, habrá que recordar que uno de los logros más celebrados entonces de los primeros ayuntamientos democráticos de Sevilla tras la Dictadura franquista fue la retirada de la denominada “marea negra” de asfalto que cubría calles y plazas del centro histórico, como la de San Francisco.

Se recuperó así el pavimento tradicional de adoquines de Gerena, ya inencontrables y por tanto con más valor sentimental y patrimonial aún, por haberse cerrado las canteras de que se extraían. Ahora, sin embargo, estamos dejando perder ese elemento característico de nuestra ciudad prácticamente con cada nueva vía pública  que se levanta por obras de renovación de cualquier tipo de red.

Ha sido el caso de la calle Trastamara y de las de su entorno, a cuyos vecinos la Gerencia de Urbanismo ha dado la oportunidad de elegir el modelo de repavimentación. Se han decantado por el asfaltado, mucho más cómodo para el tráfico rodado, y no por el adoquinado. Probablemente ha influido en esta decisión el temor a una prolongación “sine die” de los trabajos, que siempre causan molestias a todos y provocan las quejas de los comerciantes, pero ya sea por una causa o por otra el resultado es que Sevilla va perdiendo señas de identidad metro a metro.

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