No consta que ni la Junta ni el Defensor del Pueblo hayan abierto una investigación de oficio sobre la fiesta de fin de año que, con temerario permiso del Ayuntamiento de Espartinas pese a los informes negativos supuestamente emitidos por la Policía Local y la Guardia Civil, se celebró en la hacienda Azahares del término municipal, a la que acudieron unos 3.800 jóvenes del pueblo, Sevilla capital y el área metropolitana y que según testimonios de asistentes pudo haber acabado en una tragedia como la del Madrid Arena por la similitud de las circunstancias vividas.
Cerca de 300 afectados por el caos en que se convirtió un cotillón celebrado en una casa de campo a la que se accedía por un camino de tierra sin siquiera iluminación se han adherido ya a una plataforma creada para presentar una denuncia formal. Se habla de presuntas irregularidades de todo tipo, en especial la falta de personal, carencia que habría influido en la generación de una avalancha para recoger las pertenencias de un insuficiente guardarropa que se vino abajo en medio de la confusión, creándose situaciones de pánico con jóvenes en riesgo de asfixia por aplastamiento.
El alcalde de Espartinas debe aclarar cómo se pudo autorizar un evento de tales riesgos con un simple permiso urbanístico, y el Gobierno andaluz tomar buena nota para imponer nuevos y más exigentes controles a las fiestas de masas como los cotillones.
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