Lo primero que ha hecho el sucesor de Felipe Benjumea al frente de la denominada nueva Abengoa ha sido subirse el sueldo en un 42%, hasta el millón de euros. Además, se ha aprobado a sí mismo un posible bonus anual de hasta 2,4 millones. Item más, los cinco nuevos miembros de la Dirección pasan a tener retribuciones variables y blindajes para el caso de venta de la compañía o su marcha de la misma.
Estas decisiones son un auténtico escándalo en una empresa salvada in extremis de la quiebra, en la que se ha despedido a miles de personas, se ha retrasado el abono de nóminas y/o de pagas extra y se han eliminado pluses y otras ventajas.
Se demuestra así que no hay diferencias esenciales entre la vieja y la nueva Abengoa, porque los nuevos mandamases lo primero en que han pensado ha sido en cobrar el máximo y en blindar su futuro antes que en asegurar el de una compañía que a duras penas ha cumplido su LXXV aniversario. Nos preguntamos con qué autoridad moral podría justificar la plana mayor de la nueva, y a la vez vieja, Abengoa más despidos o recortes de salarios.
Si hay dinero para que Urquijo se suba el sueldo hasta un millón se supone que también lo habrá para mantener la menguante plantilla y su poder adquisitivo, salvo que el objetivo inconfesable sea dar el pase a lo que queda de la compañía para que así los nuevos jefes cobren las generosas indemnizaciones autoconcedidas.
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