Tras el acto de constitución del Consejo Asesor para los actos conmemorativos del XXV aniversario de la Expo-92, los mensajes emitidos por el comisario del evento y por el alcalde consistieron en destacar el Parque Científico y Tecnológico (PCT) como el gran legado de la Muestra y en promocionar la isla como uno de los elementos de modernidad que debemos mostrar al exterior. Entonces, ¿qué vamos a celebrar, el aniversario de la Expo-92 o el de Cartuja-93, hoy rebautizada como PCT Cartuja?
Sin caer en una operación nostalgia dirigida a quienes la vivieron y disfrutaron hace ya un cuarto de siglo ni de mitificación para ese tercio de sevillanos que entonces ni habían nacido, aún se podrían poner en valor iniciativas y experiencias de la Exposición que podrían ser aplicables a otros grandes eventos o incluso al momento presente.
Así, por ejemplo, lo ha comprendido la Red Sevilla por el Clima, que propugna el nombramiento de nuestra ciudad como Capital Verde Europea para que así al menos el Viejo Continente conozca los olvidados logros bioclimáticos de la Expo-92 (climatización de los pabellones por agua en vez de por aire, micronizadores de agua por doquier, la esfera bioclimática, miles de m2 de pérgolas vegetales proyectando sombra) de reducción de la temperatura en hasta 10 grados y que podrían replicarse hoy para la lucha contra el cambio climático.
O, ahora que tanto se habla de la “smart city”, cómo ya en la Expo se usaron minicoches eléctricos, sin combustibles fósiles. El XXV aniversario del evento quizás nos obligue a preguntarnos cómo éramos entonces más modernos que ahora.
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