Si los 19.000 euros ganados por Ramón Espinar, senador de Podemos, con el pase dado a una vivienda pública que ni tan siquiera llegó a habitar los hubiera obtenido un senador del PP o del PSOE, a los que la formación morada tacha de “casta”, a estas horas el partido de Pablo Iglesias habría puesto el grito en el cielo y condenado a la hoguera al protagonista de tal transacción inmobiliaria. Sin embargo, como Espinar es uno de los suyos, la reacción en Podemos ha sido calcada de la que habrían tenido los partidos de la vieja política si hubieran sido sorprendidos con el carrito del helado: prietas las filas, justificación del correligionario y matar al mensajero acusando a la prensa de ser instrumento del fango.
Sin embargo, la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Espinar, que ha especulado con una vivienda protegida al venderla al precio máximo legal permitido en vez de renunciar a ella o transmitirla por cifra igual a la que la compró con la ayuda de su familia, es el mismo que por entonces colgaba en Twitter mensajes diciendo que hay que pasar de concebir la vivienda como inversión-pelotazo a pensarla como derecho, y atacaba a bancos, cajas y fondos-buitre por tener viviendas vacías para especular con su precio.
Mutatis mutandis, eso es también lo hecho por el senador de Podemos: mantener vacía durante un año una vivienda pública que le fue adjudicada a dedo y darle el pase con una ganancia de 19.000 euros. Al final se demuestra que el derecho que defendía Espinar no era al de una solución habitacional, sino a obtener jugosas plusvalías con su vivienda de protección oficial.
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