Homero, el padre de la literatura como narrador de la Iliada y la Odisea, acuñó la expresión “entre Escila y Caribdis”, en referencia a dos monstruos marinos de la mitología griega que habitaban en las orillas opuestas de un estrecho canal, de forma que los navegantes que intentaban alejarse de Escila se arriesgaban a caer en las fauces de Caribdis, y viceversa. Susana Díaz definió la situación del PSOE en el Comité Federal de la misma forma homérica, al calificar la decisión a adoptar sobre la investidura de Rajoy como “mala o peor”.
El PSOE se movía entre el Escila de la abstención, para evitar unas elecciones en las que podría obtener aún peores resultados que con Pedro Sánchez pero a costa de facilitar la investidura de Rajoy como presidente, y el Caribdis de que esa abstención en lugar del “no es no” derivara en una aguda fractura interna. La votación reflejó que los partidarios del no, pese a las presiones recibidas desde todos los ámbitos, todavía cosecharon el 41% de los votos en el seno del Comité Federal y que la postura abstencionista, defendida sin mentar la palabra tabú por Susana Díez, obtuvo sólo siete votos más que cuando un par de semanas antes fue defenestrado Pedro Sánchez.
Pese al mandato imperativo en pro de la abstención, el PSC y otros significados barones socialistas ya han anunciado su rebeldía y voto negativo a Rajoy. Susana Díaz, que no por casualidad intervino la última y en el turno habitualmente reservado al líder, tiene ante sí o por persona interpuesta el enorme reto de suturar un partido muy dividido y, más difícil aún, contra el reloj del calendario político.
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