Riqueza financiera familiar

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Los datos publicados recientemente por el B. de España sobre  la riqueza financiera neta de las familias, diferencia entre los ahorros y el saldo vivo del endeudamiento  concedido,  alcanzó 1.247 billones de euros en el  primer trimestre del año,  marcando niveles  superiores a los registrados al inicio de la crisis en 2007 ya que en aquel momento se cifraban  en torno a un billón de euros. Los españoles siguen prefiriendo mantener sus ahorros en efectivo,  para atender imprevistos  ante la incertidumbre que  generan las coyunturas recesivas,  o en cuentas de diversa índoles en las entidades financieras;  así a finales de 2014 la cifra contabilizada en estos  apartados ascendía a 843 millones de euros, lo que suponía un 1,5% menos respecto al año anterior como consecuencia de  la reducción del ahorro,  la menor remuneración de los depósitos a plazo y el trasvase de estos a fondos de inversión ; una cantidad parecida, 812 millones,  estaba situada en acciones, fondos  y participaciones con un incremento del 18% debido al buen comportamiento de los mercados bursátiles y al citado trasvase de depósitos a fondos;  las partidas destinadas a seguros y otros valores completan las preferencias  del destino de la riqueza  financiera  familiar. Por otra parte esta evolución favorable del  nivel de riqueza neta se ve altamente influenciada por la reducción del endeudamiento familiar  que ha experimentado una disminución  total desde 2007   de 140.000 millones, cuya mayor parte corresponde al crédito hipotecario, y por la estrategia de endurecimiento que las entidades financieras han seguido durante los últimos años  para el análisis y concesión de nuevos préstamos aunque, últimamente, parece  corregirse  esta tendencia al contabilizarse un tímido avance del crédito concedido.   Igualmente,   factores como los altos niveles de paro registrado, la débil  evolución de los salarios,  la menor retribución de los depósitos  y la  congelación de las pensiones, también han incidido   negativamente en la posibilidad de destinar alguna parte a engrosar los ahorros, aunque los ritmos inflacionarios hayan contribuido a minimizar sus efectos  adversos. Por otro lado, las secuelas negativas  de la crisis sí han dejado un profundo  deterioro  en la riqueza inmobiliaria de los hogares ya que su montante total  que representaba en 2007 el 590% del PIB  se redujo  al 401%  a finales de 2014, es decir, en términos absolutos el valor de los inmuebles totales en su poder  ha pasado de 5,9 billones de euros a cuatro billones  en siete años. Los enormes descensos del valor de los inmuebles, que acumulan una pérdida media  superior al  33%  que, en algunas zonas, incluso alcanzan  registros superiores, el stock disponible para venta sin contrapartida compradora, las dificultades de financiación, como así mismo las existencias  en poder de las entidades financieras explican esta extraordinaria  contracción de los precios.

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