El Euribor sigue ostentando la primacía de ser la referencia más utilizada en los préstamos hipotecarios para fijar los tipos a aplicar en cada período de revisión pactado en las escrituras hipotecarias. Este índice se define como el tipo de interés promedio que las entidades financieras se ofrecen a prestar en el Mercado Interbancario del euro, a un plazo determinado, y se calcula usando los datos de las operaciones “intradía” realizadas por los 26 principales bancos operativos en la Eurozona.
La composición de éste índice se basa en dos aspectos fundamentales. De una parte el tipo oficial del dinero, competencia exclusiva del BCE, que lo incrementa en períodos expansivos para contener la inflación y conseguir la estabilidad de los precios, o lo reduce con el objetivo de reactivar la economía en coyunturas recesivas como las actuales que, en este caso, se ven acompañadas por registros de baja o negativa inflación; y, por otra parte, por la prima de riesgo adicional que aplican los bancos para prestarse dinero entre ellos, plus que está supeditado a la situación de liquidez que mantengan las entidades financieras y al grado de confianza que mutuamente se reconozcan.
La evolución del Euribor desde al año 2007, cuando se inició la crisis financiera que nos afecta ahora, ha sido de continuos y progresivos descensos, desde el 4,793%, que registró en aquél año, al 0,162% último adato al día de hoy.
El proceso evolutivo gradual del tipo oficial de interés, y por tanto del Euribor, ha originado beneficio o pérdidas según se trate de acreditados o ahorradores. Si para los primeros esta coyuntura bajista ha supuesto una reducción media de hasta 250 euros mensuales de las cuotas a pagar desde 2008 hasta ahora, para los ahorradores ha deparado una merma progresiva de sus retribuciones, que en la actualidad no sobrepasan una media del 0,45%, especialmente lesiva para aquellos depositantes que confiaron en completar su pensión con estas rentas. Es verdad que, aun siendo la causa principal, no solo los tipos de interés han incidido en la baja remuneración del ahorro ya que, además, han confluido otros aspectos como: el exceso de liquidez de las entidades, que no utilizan para potenciar la fluidez del crédito, según su criterio, por la falta de demanda solvente, el estrechamiento del margen financiero, la transformación y saneamiento del sistema financiero español y las continuas exigencias regulatorias de la autoridad monetaria.
Por otro lado, algunos efectos positivos se derivan de esta coyuntura bajista de los tipos, ya que al desincentivar el ahorro propicia y estimula el consumo privado y la inversión, e incentiva la creación de nuevos negocios (Star up) , aspectos, entre otros, que deben tener un especial reflejo positivo en la recuperación de la actividad económica.
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