La agencia de medición de riesgos FITCH vaticina que el ajuste en los precios de la vivienda en España está tocando fondo después de siete años de constante depreciación que, en algunos casos, como las viviendas embargadas y vendidas, ha llegado a alcanzar el 70%. Por otra parte el último dato publicado por el INE ( elaborado exclusivamente en base a las viviendas de precio libre objeto de transacción mediante contratos de compraventa, quedando, por tanto, excluidas las viviendas protegidas y las vendidas por entidades financieras) relativo al segundo trimestre del año muestra un alza del 0,8%, primer dato positivo desde que se inició la crisis en 2007, aunque esta evolución es desigual según las diferentes regiones y según las fuentes de referencia utilizadas para su computo.
Por otro lado, CESCE, compañía aseguradora de créditos a la exportación, en su informe sobre la actividad constructora, estima que su volumen crecerá 0,8% en 2015 y un 3% en 2016, coincidiendo con las previsiones de coyuntura y estadística de FUNCAS, que afirma que la construcción de vivienda comenzará a crecer a los largo de 2015, aunque, hasta ahora, aclara, que la recuperación se está produciendo en la construcción no residencial sobre todo de las Administraciones Públicas liderada por los Ayuntamientos. Sin embargo, como señalábamos, estos buenos datos contrastan con la realidad pues, al menos en esta zona, el mercado aún continua muy ralentizado y los precios parecen no haber encontrado el suelo necesario.
En cualquier caso, las esperanzadoras expectativas que nos proyectan los datos estadísticos anteriormente reseñados deberán consolidarse en los próximos meses y, en mi criterio, deberán superar una serie de obstáculos de toda índole cuya evolución mercará exactamente su futuro. Concretamente aspectos como el altísimo nivel de desempleo, el stock de 768.000 viviendas a la espera de comprador, el retroceso de la población, sobre todo la de inmigrantes, señalados anteriormente como uno de los más destacados núcleos potenciales de adquirentes, el endeudamiento que arrastran las economías familiares que a Julio último marcaba todavía 735.671 millones de euros, de los cuales casi el 80% corresponde a préstamos hipotecarios, que registran una tasa de morosidad del 6,08%, y, sobre todo, la estratégica comercial de las entidades financieras parapetadas en su convicción de que no existe demanda solvente, parecen frenar las buenas expectativas que caben deducirse de los positivos datos que hemos conocido recientemente.
No obstante deberemos confiar que las subastas de liquidez que está realizando el BCE contribuyan a dinamizar el crédito en nuestro país, especialmente para las pymes y el préstamo hipotecario, y, por otro lado, es necesario destacar que, últimamente, los bancos están publicitando ofertas de hipotecas a precios asumibles para los solicitantes, aunque, me temo, que otra cosa será conseguir su autorización.
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