Desde la red

Darwinismo albiazul

El aficionado del Recreativo (generalizando, repito) tiene imposible fiarse de cualquier cosa a priori

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Que la experiencia nos cambia es algo que se puede afirmar sin tapujos. Ante todo, las situaciones de tensión y lo que nos hace sufrir nos van modificando la personalidad, perdiendo la inocencia. En el fútbol es un ambiente muy radical, pues cada fin de semana y dependiendo de pequeños factores pasamos de la alegría a la decepción. Aquí en Huelva hemos trascendido ese nivel y los últimos años han estado tan exentos de alegrías y tan acostumbrados a una noticia que nos regale un vuelco en el corazón, que esa experiencia ha pasado a ser una evolución.

No me gusta hablar de la afición como algo general, cada uno es de su padre y de su madre, tiene sus perspectivas, su conocimiento y su verdad. Pero hoy voy a romper esa regla personal, al igual que la hemos roto con todo derecho para decir que la afición (y Huelva) salvó al Recreativo en alguna que otra ocasión. La afición del Decano ha mutado. Es como cuando los seres que vivían en el mar dieron el paso de salir a tierra firme. Una diferente rama en la escala evolutiva. El aficionado del Recreativo  (generalizando, repito) tiene imposible fiarse de cualquier cosa a priori. Puede hacer un paréntesis en su continuo sufrimiento, ilusionarse con fichajes, que bien merecido lo tenemos, o divagar con otras cosas. Incluso, como es mi caso, puede saber perfectamente que la situación de ahora es mejor que estar llevando flores a una lápida. Pero creo que es lógico que tenga dudas, constantes, y aunque no juzgue antes de tiempo, le cueste fiarse. Sería estúpido si no lo hiciera.

Ese cambio es bueno porque nos hace ser vigilantes con algo que para nosotros es más que un club, pero como todas las cosas en esta vida el exceso puede ser peligroso. A día de hoy, y sin poner la mano en el fuego por nadie, la empresa que gestiona deportivamente el club ha traído una liquidez necesaria de la que no disponíamos, y de momento, bajo mi punto de vista, están demostrando sabiduría en el plano deportivo. Es cierto que habrá que pagarle unas cantidades que no conocemos, que son diez años, que si el Ayuntamiento deja de ser el dueño y viene otro, se les debe indemnizar. Pero a mí todo eso, sin conocer cantidades, me parece mejor que hablar de un club pasado.

Una cosa no quita la otra. A estos gestores se les debe exigir deportivamente porque es su trabajo, y al actual propietario, cuando lleguen juntas de accionistas, comprobar cómo van las deudas. Y en un plazo más corto, que consiga quitar la losa del embargo de Hacienda. Aunque de eso hablaremos otro día.

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