Desde la Bahía

Verdad ante la tragedia

“El que pierde es el que une/su carita con la tierra./El que se quea en esta vía,/tarde o temprano se alegra”.

Dolor, tragedia, muerte, traición, celos y amor.-Había tristeza en el flamenco más formal, en el cante jondo. Así lo vieron “heterodoxos divinos” como lo fueron en su vida José Tejada Martín, Pepe Marchena  y José Monje Cruz, Camarón de la Isla. Las modificaciones que llevaron a cabo abrieron los caminos que en la actualidad disfrutan las generaciones aficionadas a este tipo de cante.

Quizás - y sin quizás - se fueron de entre nosotros, sin dejar ese “disco” donde sólo se tocaran los palos clásicos, viejos y por ello llenos de raíces y esencias que sólo el sentimiento y la voz pueden expresar, sin necesidad de tanto instrumentos musicales, sino sólo el cantaor y la guitarra, lo preciso.

Hoy sin embargo quiero echar mano de una esas estrofas, cuyos versos cantados por soleá son sentencias ejemplares: “El que pierde es el que une/su carita con la tierra./El que se quea en esta vía,/tarde o temprano se alegra”.

Hemos pasado días de enorme dolor y tristeza. Expresiones populares de sufrimiento y solidaridad, de entrega y ofrecimiento, de manifestaciones externas y discursos grandilocuentes, promesas judiciales y cumplimiento sin fisuras de la Ley. El tiempo marchita las flores y más cuando se cortan de su tallo. Esparcido el aroma, se difunde en el aire y sólo Dios sabe donde se la lleva el viento.

No es que seamos peores o mejores. Somos humanos, muy amigos de lo nuestro, de nuestra forma de pensar. Nuestro criterio nos gusta que sea infalible y claro, pensar de esta forma da lugar a divergencias con nuestros semejantes, pero aparece la relatividad, las más de las veces apoyada en el resentimiento o el odio, del que no somos capaces de separarnos ni siquiera en estas circunstancias y un tiempo después de una tragedia asesina, en ocasiones queda ésta como el resultado de “formas políticas revolucionarias de  acción”.

Han muerto críos de tres años de edad. Cuántos lustros de vida e ilusiones se han cortado. La maldad ha sobrepasado en intensidad a la inocencia. Si tanta solidaridad global ha querido demostrarse, que se evidencie la realidad de esa intención y que se haga - entre todos, sin que ninguna institución, Cuerpo o Fuerza quede ninguneado - lo posible e imposible que se precise, para evitar al máximo que este pueda ocurrir, aunque sería deseable fuera para que nunca más ocurriera.

Si en el jardín las plantas están marchitas, es porque no ha habido coordinación entre tierra, agua, aire, semilla, sol y mano del hombre, y ya no es jardín, sino corral donde defecan animales de todo tipo.

Hay un refrán castellano que dice: “cómplice y asesino van por el mismo camino”. Intentar dar barniz a un mueble apolillado, es ponerle una camisa a un cactus. Sólo conseguireéis llenarla de agujeros y luego el "levante" la disgregará en tiras que la harán irreconocible. Minutos de silencio, banderas a media asta, crespones negros, distinciones postmorten, manifestaciones etc, son hábitos que no tienen por qué perderse, pero deben de ir separados de conveniencias o posibilidades de votos y poder, porque si toda esta vestimenta que ofrecemos no procede de almax, que tengan claro lo que es Justicia y Ley, crueldad, maldad, locura ... y sobre todo que estén en total desacuerdo con la pasividad y el mirar hacia el lado contrario de donde está el problema, mejor sería se desprendieran de todo este ropaje de honores que ofrecen y al quedarse desnudos que un viento neumónico le llevase a la apnea de su vida política.

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