Levantar la mano al cometer una infracción, advertir al árbitro de un error que favorece al equipo propio o acompañar a un rival lesionado por un lance del juego hasta que se reincorpore al campo son acciones que promulga el Club Espíritu Deportivo, presidido por Carlos Estébanez, que inició en septiembre su andadura con la intención de aportar su granito de arena para cambiar la cultura deportiva arraigada en el fútbol; en la que destaca la falta de respeto, violencia y, en general, la ausencia de los valores fundamentales que debería promover el deporte.
Carlos Estébanez junto a Pedro Javier Gómez y Miguel Ángel Espinosa, apoyados por el exárbitro Ángel Jiménez Bonillo, han hecho realidad un “sueño” que ya acoge a una treintena de jugadores de las categorías baby, prebenjamín, benjamín y alevín. “Es en la base donde mejor se puede trabajar para inculcar valores”, apuntó el presidente, quien hizo hincapié en que “queremos alejarnos del ambiente competitivo que tiene el fútbol; pero está siendo complicado porque no tenemos mucho respaldo ya que incluso en el campo donde jugamos, en la Ciudad Deportiva de Carranque, tenemos que pagar un alquiler”.
Asimismo, Ángel Jiménez Bonilla, tras muchos años en el mundo del arbitraje, señaló que el problema se basa en el “respeto”. “No hay diversión donde no hay respeto y esto se relaciona con la cultura deportiva”. En este aspecto, el exárbitro insistió en que “he comprobado que cuando se practica la deportividad se genera felicidad y hay que intentar cambiar lo que hay, porque es posible”. “Queremos lograr que ayuden al árbitro y se pierda el concepto de ganar por encima de todo”, subrayó.
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