Benito Gómez nos recibe con las manos abiertas. Ha nacido Bardal, su nuevo restaurante de alta cocina. Ronda es la anfitriona y Bardal la presenta de la mejor de las maneras. La pasión por la cocina envuelve el restaurante de arriba a abajo.
Lleva veintitrés años de travesía en muchos restaurantes de prestigio, ¿cuándo decidió abrir su propio restaurante?
—El primero que abrimos fue el bar, Tragatá, hace diez años ya. Pero tenía la necesidad de abrir un restaurante porque el bar al final se me quedaba un poquito corto.
¿Por qué Ronda?
—Bueno, por circunstancias de la vida compré una casa aquí con mi familia. Al final me gustó Ronda y aquí nos hemos quedado.
¿Quién le acompaña en esta andadura?
—Me acompaña, sobre todo, mi pareja, Merche. En cocina está mi jefe de cocina, Juan Carlos Hernández, y en sala está Miguel Conde. Luego hay todo un equipo de gente de Ronda, porque hemos decicido que queríamos que fuera gente de aquí.
¿De dónde surgió el nombre de Bardal?
—Me lo dio un buen amigo que se llama Fernando Rueda, porque queríamos algo que tuviera que ver con el entorno de la sierra. Yo tenía un capricho, que es que fuera monosílabo y como nos pareció bonito pues al final nos quedamos con este.
Los productos de la zona, los mejores aliados en la cocina, ¿no?
—Sí, por supuesto, los productos mientras más cercanos, muchísimo mejor. Aunque tampoco tenemos barreras, tenemos productos desde Asia hasta los locales. No tenemos reglas establecidas.
¿Qué podemos encontrar en Bardal?
—Es un proyecto con una cocina muy personal, es algo diferente. No tenemos carta, trabajamos con menú degustación y usamos los productos que nos ofrece el mercado en el día.
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