De incógnito

Tropezando...

No es una exageración, hay zonas -y no sólo en el centro- en las que andar es peor que estar metida en una bulla de Semana Santa

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Llevamos ya unos años en Sevilla en los que andar por la calle suele ser sinónimo de posibilidad, y cierta, de tropezarse con algo o alguien o metiendo el pie, cuando no la pierna entera, en algún sitio. A Monteseirín le dio por cambiar el sentido de buena parte de las calles de la ciudad y hacerlas dirección única, y lo acompañó peatonalizaciones y carriles bici que, a la postre, una gran mayoría ha agradecido pero los baches nunca han desaparecido de las calles, a los casi taludes de algunos carriles bicis se les ha unido su deterioro y las zonas peatonales se han visto conquistadas por algo más que sevillanos y turistas: la hostelería ha invadido buena parte de la calle ganada al coche, con el beneplácito de la autoridad, y al despropósito se han unido carpas antiestéticas, biombos para guardar intimidades o carteles por doquier luchando por un espacio entre turistas despistados, ciclistas de carrera, viandantes sufridos y hasta camareros que te salen al paso para captarte y convencerte de que su oferta gastronómica es la mejor de la ciudad, todo ello salpicado por puros aspersores cuando es verano y calefactores a fuego vivo en invierno. No es una exageración, hay zonas -y no sólo en el centro- en las que andar es peor que estar metida en una bulla de Semana Santa pero sin paso a la vista.

Tiene razón el alcalde -y en mi opinión ha tardado mucho tiempo- en hacer cumplir la ordenanza para garantizar que la calle sea de todos, de los hosteleros pero también del resto de personas que, por gusto o por obligación, circulan de un lado a otro. Es un contrasentido ganarle al coche un espacio tan atractivo turísticamente como pueda ser la Avenida de la Constitución y terminar andando junto al tranvía porque es el único espacio en el que no hay que estar sorteando obstáculos. No voy yo a ser la que pida diálogo y sensatez a las partes pero cuando terminen de pelearse por las zonas más céntricas o las más conflictivas, continúen aplicando la misma coherencia en el resto de la ciudad, porque no conozco ni una calle de Sevilla donde no vaya una tropezando con algo.

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