De incógnito

Más de lo mismo

¿Se han dado cuenta que, sobre todo los andaluces, llevamos más de dos años de campaña electoral continua?

Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai

No hemos entrado ni en campaña -si me apuran, ni en precampaña- y ya estamos escuchando los mismos mensajes y los mismos cruces de acusaciones que hace medio año, de lo que se puede deducir, sin mucha mala leche, que aquí no ha cambiado nada y que la clase política -los nuevos y los viejos- no se ha enterado absolutamente de nada. Y lo malo es que ellos son -y también eran- los que tienen la sartén por el mango, pero porque nosotros se lo seguimos dando, aunque sea por no perder la esperanza de que este sistema, como diría Churchill, es el menos malo de los posibles.

¿Se han dado cuenta que, sobre todo los andaluces, llevamos más de dos años de campaña electoral continua? Desde aquellas elecciones europeas en las que irrumpió con fuerza Podemos no hemos parado ni un día y la cantinela electoral no nos ha abandonado ni un momento. Alguna razón tendrán que tener aquellos que critican la participación continua como medio de hacer y ejercer la política, esos que dicen que participar cansa al electorado, cuando a pesar de que el resultado vuelve a ser el “más abierto de la historia” -qué cansinos con la frase- la previsión es que se queden en casa sin votar más de lo que a más de uno le gustaría, aunque a algunos es lo que de verdad le interesa, la desmovilización absoluta.

Lo cierto es que quizás este hartazgo se pudiera mitigar con una ley electoral cuyos resultados fueran los más proporcionales posibles (la única utopía en la que creo es en la de “un hombre -o mujer-, un voto”), que los partidos dejaran de defender su endogamia y se volcaran un poco más en el servicio público, que cada uno de los poderes del Estado ejercieran su función verdaderamente sin injerencias y que se cumplieran, por una vez, no sólo lo que anuncian y prometen (que al final y al cabo se queda en el ámbito del deseo) sino aquello que aprueban en los diferentes parlamentos, evitando dilaciones y reglamentos que justifican el dicho aquel de que “el que hace la ley, hace la trampa”. Y que no roben, pero claro, eso es demasiado pedir, ¿no? 

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN