De incógnito

Titiriteros

Esta España nuestra es la viva representación de la desproporcionalidad

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No parece que estemos muy bien los españoles cuando una buena parte de la población da por bueno que dos titiriteros hayan pasado cinco días en la trena por jugar con las palabras y declararse abiertamente anarquistas mientras pasa desapercibido que uno pague 120 euros de multa por decirle a una representante pública que la quiere ver muerta en cal viva. Esta España nuestra es la viva representación de la desproporcionalidad, con parte de la ciudadanía dándose golpes en el pecho por palabras y no por hechos, otra parte mirando hacia otro lado mientras se roba a mansalva el dinero público y buena parte de la población observando a unos y a otros cual partido de tenis se tratara, sin saber exactamente cómo reaccionar, por si acaso.

Nadie discute el derecho de las víctimas -de cualquier víctima- a que no las insulten y a que se les guarde el debido respeto. Tampoco que se pueda propagar un ideario terrorista que tanta sangre se ha cobrado en nuestro país, mucho menos ante niños que aún no tienen formada una consciencia para discernir lo que están escuchando. Pero todo hay que verlo en su contexto e igualar a estos titiriteros con un terrorista no me parece lo más adecuado si de verdad queremos construir una sociedad tolerante que sepa discutir de ideas sin tener que imponer pensamientos pistola y bomba en mano, cuando se ha visto que la paz es la mejor herramienta para luchar contra la guerra del terror y silencio que impuso ETA.

Insisto, desproporción y a raudales es lo que veo, lo que escucho y lo que percibo, como si nos hubiéramos olvidado de atender al otro e intentar comprenderlo para acercarlo a nosotros o nosotros a él. Y para colmo todo se magnifica, como si la vida se nos fuera en el detalle y un hecho concreto se convirtiera en la realidad completa, pero ya ni vemos el árbol ni vemos el bosque. Nos hemos quedado en la rama que molesta sin ver siquiera a qué encina o roble pertenece. Se nos ha olvidado pensar y por nosotros mismos. La desproporción nos arrastra y eso me preocupa y mucho.

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