De incógnito

Justicia, a medias

La “aclaración” del Supremo sobre las cláusulas suelo de las hipotecas de determinadas entidades financieras me ha dejado a medias, con ese sabor agridulce que te deja el desear una buena pringá y que te planten una “deconstrucción” de cerdo, uno de esos platos de autor que están muy buenos pero que

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La “aclaración” del Supremo sobre las cláusulas suelo de las hipotecas de determinadas entidades financieras me ha dejado a medias, con ese sabor agridulce que te deja el desear una buena pringá y que te planten una “deconstrucción” de cerdo, uno de esos platos de autor que están muy buenos pero que no te satisfacen en absoluto. Una entiende, en verdad es sólo un deseo, que cuando se lleva un caso a los tribunales es para que se subsane una injusticia, que te den la razón pero además que no vuelva a ocurrir, ni a ti ni al que está enfrente. Y estas prácticas bancarias eran un ejemplo más de cómo se han puesto las botas sin que el pobrecito firmante pudiera sacar ni una pequeña ventaja. Es algo más que una firma sin conocimiento, es la avaricia puesta en papel y con notario delante.

Que sólo sean las entidades bancarias demandadas (BBVA, Novacaixagalicia y Cajamar) las que no puedan volver a aplicarlas es como empezar una media maratón y pararte en el primer bar a tomarte una cerveza aunque te hayas llevado tres meses entrenando. No entrar en el fondo del asunto, en cómo la banca siempre es la que gana marque lo que marque el Euríbor, es casi de cobardes, aunque pueda tener sus razonamientos jurídicos, que seguro que los hay. Y lo que es peor, que no sea obligatorio para el resto de entidades bancarias deja un resquemor en el alma, como si no se hubieran enterado de lo que ha ocurrido, de que lo que debería estar penado es el abuso generalizado y no el abuso concreto.

La sensación que queda es que esto es una lucha entre David y Goliat pero que la honda no llega nunca a darle al gigante para que caiga, que en vez de darle el peñazo mortal sólo le damos en las espinillas, que tienen un halo de protección que no llegamos a comprender aunque hasta la Comisión Europea reitere una y otra vez que las prácticas bancarias en España se pasan y no sólo un pelo, sino la cabellera entera. Y lo malo es esperar que sea a iniciativa de la banca que no vuelvan a aplicar estas cláusulas. Sin jurisprudencia que refregarle por sus sillones, aunque opten por lo políticamente correcto y no las apliquen, seguro que buscan cualquier otra fórmula para perpetuar su avaricia.

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