De incógnito

Y Aznar volvió...

Parece más joven, como si la distancia del poder le hubiera devuelto los ocho años que perdió en La Moncloa (también está la peluquería, el gimnasio, lo que cobra por conferencia o como consejero de...)...

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Parece más joven, como si la distancia del poder le hubiera devuelto los ocho años que perdió en La Moncloa (también está la peluquería, el gimnasio, lo que cobra por conferencia o como consejero de...) pero ha vuelto con el mismo brío de siempre, con el necesario para remover los cimientos de algunos que se habían olvidado de su figura y como lo que es, un expresidente del Gobierno al que hay que escuchar, no porque tenga razón, sino porque tuvo en sus manos los destinos de España y, por bien o mal que lo hiciera, es un personaje a tener en cuenta. Aznar, como le ocurriera a Felipe González cuando anunció su marcha, le está sucediendo lo mismo que a su predecesor: que unos lo añoran, otros lo temen, otros lo repudian pero a ninguno deja indiferente. Y también está teniendo la misma trayectoria: que cada dos por tres se anuncia su vuelta y nunca vuelve, pero cuando habla, sienta cátedra... aunque la cátedra dure poco tiempo.

Me gusta que vuelvan los expresidentes a dar sus lecciones que ellos creen magistrales. Aunque les preguntes y repreguntes, ellos vienen de vuelta y dicen lo que quieren decir porque ya han superado eso que parece que les ocurre a todos, lo del síndrome de Moncloa. Y provocan terremotos internos, pequeñas crisis entre votantes, afiliados y dirigentes, frote de manos entre la oposición, lamentos entre sus detractores, titulares muy grandes que al final no llevan a ningún lado y, sobre todo, mucho debate de artificio pero que a mi me parece el de siempre, el de si cualquier tiempo pasado fue mejor. O no.

Mi primera impresión de Aznar (tiempos de Gabino Puche) no fue muy buena y tengo muy claro cuando consiguió que los españoles vieran ese carisma que decían que no tenía. No han cambiado mucho mis sensaciones tras los años pero me recuerda el efecto que produce en muchos de los suyos el que provocaba -y provoca- González cuando arropaba a algún candidato (para mi fue célebre ver a 500 personas en Lebrija, casi todos vestidos como para ir a una boda, aplaudiendo al que seguían considerando como su líder natural). Total, que Aznar ha animado el cotarro político y hay que celebrarlo, aunque espero que no termine presidiendo Doñana como González.

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