De incógnito

Ni a los 67 años

Siempre me ha caído bastante simpática la frase "vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos" pero...

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Una es de esas que a las estadísticas las mira con mucho recelo, con desconfianza, como si dijeran la verdad a medias y al final lo que quieren es engañarte, pero cuando salen una y otra vez las cifras alarmantes de paro no se me quita de la cabeza que somos muy pocos trabajando (16,6 millones) para tantos que no lo hacen, es decir, los parados (6,2 millones, que ya nos vale), los pensionistas y los que no pueden hacerlo, sea porque no pueden o porque no les dejan todavía, es decir, porque lo harán en un futuro, los jóvenes, y ahí es donde me entra el miedo existencial. Siempre me ha caído bastante simpática la frase “vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos”, pero al paso que vamos no me veo trabajando hasta los 67 años como se está planteando Rajoy, sino que me veo cumpliendo la esperanza de vida media de la mujer, los 84, y todavía voy a estar dando guerra en el periódico...

No me entiendan mal, una no es que quiera jubilarse, todavía me quedan muchos años, pero cinco años seguidos de malas noticias cada mes, como que anima poco y una que es de mirar para adelante, no puedo dejar de mirar para detrás y si los que tienen que trabajar a mi vera están en paro, a los que les quedaban dos décadas para jubilarse tampoco trabajan y los que cumplen los 18 no tienen más narices que refugiarse en casa -como el resto- o en la cola del Inem, pues una como que se está planteando de verdad si no va a ser de esas que van a cumplir a la perfección las exigencias de la troika. Eso sí, sin quererlo, porque yo a los hombres de negro los pondría durante dos semanas a vivir en una de esas casas en las que conviven tres generaciones y ninguno de ellos trabaja, a ver si iban a recomendar lo que le obligan a hacer a los países que ponen en su punto de mira.

A mí no me gustan ni los acosos, ni los insultos ni las amenazas, pero con el panorama que tenemos, lo mínimo que podrían hacer es dejarse de cuentos imbéciles para vendernos la burra de las reformas y tratar de parar esta sangría: ni brotes verdes ni signos de desaceleración del crecimiento del paro, o se plantan y el Estado nos recata a los ciudadanos o los que estamos abajo vamos a reventar. Porque la frase simpática ya no me hace tanta gracia y menos aún que tenga que esperar a mis nietos para vivir.

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