De incógnito

3.000 euros la pieza

Lo mío es envidia, producto también de la sorpresa y de esta vida que llevamos los periodistas pero también reflejo de la sociedad en la que vivimos...

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Lo mío es envidia, producto también de la sorpresa y de esta vida que llevamos los periodistas, una de las profesiones más castigada por la crisis -y desde antes de la crisis, que ya eso del cuarto poder renqueaba bastante- pero también reflejo de la sociedad en la que vivimos. Que no, que no es queja corporativista, que nosotros no somos de esos, si no trasladarles una pequeña reflexión ante el hecho de que una persona -que es la mujer del que dirigía una fundación de un partido- pueda llevarse a su casa 3.000 euros por hacer un artículo de opinión sin que ni siquiera sepamos quien es la que escribe tras un seudónimo ¿Les extraña? Pues no debería...

Resulta que en este país tenemos una “princesa del pueblo” a la que le pagamos un buen dinero -no quiero ni saber cuánto- y ni siquiera sabe hablar, no es que tenga acento o cometa incorrecciones, es que hasta se jacta de su ignorancia. Alrededor de ella, o ella alrededor de los demás, existe una camarilla de personajes sin oficio ni beneficio que también se lleva un buen dinerito a casa sólo por hablar de los demás, normalmente a voces, nunca con respeto y, desde luego, rozando los límites de la injuria, la calumnia y el insulto.

Y por si fuera poco, se adora al tertuliano gritón, zafio y sin ideas que sólo sabe escupir insultos al contrario, que navega en las malas formas con tal arte que, a partes iguales, me indigna y me sorprende, y encima mueve masas de adeptos y enemigos sin que ni siquiera haya sido capaz de mantener una conversación o diáologo coherente. Y por coherente me refiero a mantener su postura respetando la del otro. ¿Respeto? Hay muchos que no lo tienen pero, encima, ni siquiera habrán tenido la decencia de buscarlo en el diccionario.

Y en este burdo panorama, en el que las cadenas de televisión -y alguna que otra radio y alguna que otra prensa- hace negocio con los primeros y con los segundos, nos encontramos que la gente, usted que me lee, los considera a todos periodistas, sin distinción, y encima hay quien me ha dicho -para mosqueo mío, claro- que tiene más validez lo que dice “esa que le salen las venas cuando se enfada” (Patiño, para ser más exactos) que cualquiera que salga en un informativo... En el día del patrón de los periodistas, San Francisco de Sales, nadie nos podía dar un mejor regalo de realismo que una “colaboradora” sin currículum visible que cobre 3.000 euros la pieza. Felicidades compañeros, nos queda aún mucha lucha.

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