Zoidoalcalde se estrenó ayer en el Parlamento soltando una afirmación que a mi, sinceramente, me provocó que abriera tanto los ojos que casi se me salen de las órbitas. ¿Qué significa eso de que Andalucía “no necesita un rescate económico sino un rescate político”? ¿Quiere usted decir, señor alcalde de Sevilla y líder del PP andaluz, que el problema de la economía es político -como piensa la mayoría de la población indignada que protesta por los recortes de su Gobierno y del resto de gobiernos autonómicos- o que se van a utilizar las ayudas financieras para cambiar -o mantener, según se lea- al partido político de turno, como piensa el presidente de la Junta que tan bien lo definió como elocuente? Acláremelo porque me mosquea enormemente que en la situación en la que estamos se dediquen, ustedes los políticos, a utilizar nuestros dineros como bien le vengan en gana, es decir, de forma partidista y, encima, sin complejo alguno.
A mi, señor Zoidoalcalde, a estas alturas de la crisis, viendo cómo hasta mis amigos más comunistas están tan hartos que cuando llega a la barra del bar la conversación de “cómo está la cosa” terminan hasta posicionándose con las tesis de los más ultraconservadores porque ya les da igual el sistema y mejor es romperlo que arreglarlo, a estas alturas, como le decía, me da igual que usted sea de derechas o de izquierdas, que sea usted magistrado en excedencia o un simple albañil, que prefiera hablar de la ciudad de la que es primer edil en Islantilla o de Andalucía en la capital sevillana... A estas alturas, le digo, lo que quiero son soluciones y no un juego de palabras que lo que incita más a pensar es que ustedes -y los meto a todos en el saco, que yo no les he apoyado a ninguno porque me perdieron el voto por correo- se pasan por el forro del diccionario y gracias a la retórica los problemas de los ciudadanos por donde mejor les venga según sus circunstancias, cosa que el resto de ciudadanos no puede hacer porque, evidentemente, están más enfrascados en averiguar cómo le compran los libros a los niños, pagan la guardería, intentan buscar trabajo, cuidan a sus ancianos y dependientes, evitan caer enfermos y no tomar medicinas, además de repasar y revisar con lupa la lista de la compra y las ofertas de tiendas y supermercados, y un largo etcétera que, por lo visto, a ustedes no les interesa.
Se equivocan. Mientras ustedes hablan de rescate -no le pongo apellidos, háganlo sus señorías- y hay un ministro que tiene 1,8 millones de patrimonio, los que no tenemos nada más que la dignidad de saber que hay que seguir adelante con la cabeza alta lo único que buscamos son soluciones. Ustedes, por lo visto, mantenerse o cambiar al de enfrente.
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