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Leónidas en Calle Postigo

Alguien debe empezar a diseñar un futuro lo menos masivo posible

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Un amigo, aficionado al arte, me contaba su reciente viaje a Italia. Decía que entre el David de Miguel Ángel y la catedral de Florencia, había asistido a un espectáculo desbordante e inenarrable fuera de programa. Partió en busca de darse un baño en Arte y quedó sumergido en una riada de gente, sobre cuya superficie, de cuando en cuando, asomaban colores vivos de mochilas y brazos en alto anunciando selfies. ¡Qué gran mentira el turismo de masas¡ Vende visitas a lugares a los que invade, impidiendo así su contemplación.
Esto está pasando hoy en Roma, Florencia o Barcelona. Es cuestión de tiempo que pueda suceder también aquí. Tras Barcelona y Madrid, el aeropuerto de Málaga es tercero en número de pasajeros. Esta ciudad va “pa-arriba", es como una joya; por tanto, pequeña. Todos los años entre Julio y Agosto, el primer mundo se agita, en un maremágnum vacacional con destinos cada vez más restringidos. Mientras tanto nuestro centro navega como el "Halcón milenario" de la guerra de las Galaxias... aproximándose a "la Estrella de la Muerte".
El overbooking de visitantes en Málaga, no es mérito exclusivo de nuestra tierra y sus gestores, es resultado en parte del hundimiento turístico de una mitad del mediterráneo. Hace ya un tiempo se tomaron decisiones muy acertadas: el túnel de la Alcazaba que hizo posible Alcazabilla, Calle Larios peatonal, la apertura del puerto a la ciudad… alguien debe empezar a diseñar un futuro lo menos masivo posible.
En Barcelona, profesionales del turismo denuncian que guías no cualificados invaden a diario el barrio gótico. Y advierten sobre la necesidad de regular su actividad. Al parecer los guías no profesionales desplazan pelotones de 20 personas que, cada cierto espacio de tiempo, se detienen para escuchar la voz de su conductor. Lo preocupante es que la mayor parte de sus paradas y arranques los hacen por calles de entre 3 y 1 metro de ancho, pegados unos a otros y al unísono...  no queda muy lejos de la imagen de los trescientos de Leónidas en las Termópilas... i A ver quién es el persa que pasa! 
Abandonado el fenómeno a su inercia, no está muy lejos el día en que habrá que adivinar el color de las baldosas de Calle Larios. ¡Dense una vuelta por las ramblas de Barcelona… un día cualquiera!

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