Justicia

La Justicia en España, tan criticada y tan abandonada a veces por los presupuestos del estado, funciona como puede y sale adelante gracias al esfuerzo

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La Justicia en España, tan criticada y tan abandonada a veces por los presupuestos del estado, funciona como puede y sale adelante gracias al esfuerzo de cuántas personas se dedican a ella en nuestro país.

Tenemos magníficos jueces, abogados, fiscales, procuradores, funcionarios… (discúlpenme si piensan que mi leguaje es sexista, yo pienso que es una cuestión práctica). Y de forma lenta en muchas ocasiones y con mayor celeridad en otras, nuestras leyes se cumplen y nuestro sistema, absolutamente garantista, se hace cumplir.

Pero no quisiera hablar de esta “justicia”, ya que en ella nos quedaríamos simplemente con el rigor que las leyes marcan y no alcanzaríamos a entender y darle forma real a una palabra que es mucho más que eso. De hecho, esta “justicia” no es justa, aunque parezca una incoherencia. No es justa porque simplemente se cierne al cumplimiento de una norma, y dicha norma puede ser justa pero no tiene por qué serlo.

¿A qué viene todo esto?-se preguntarán. Pues bien, resulta que desde hace poco tiempo, un personaje (intento ser suave) apellidado Otegi, se dedica a dar conferencias y es recibido en determinados lugares públicos y oficiales como un hombre de paz, que nos quiere mostrar el camino adecuado para todos.

Quienes le reciben, se justifican en qué ya ha cumplido su condena y por tanto, ha pagado por lo que hiciera ante nuestra sociedad. Es en este momento en el que entran en conflicto las dos “justicias”, la que se centra en el cumplimiento de la norma y la que éticamente forma parte de nuestra “alma” humana. Recibir en la misma ciudad en la que su organización terrorista mató a cientos de personas en atentados verdaderamente terroríficos, puede ser legal, pero es a todas luces, inmoral.

Este señor ha cumplido con una “justicia”, y por ello tiene derecho a vivir fuera de la cárcel pero, en una sociedad justa, los que se han visto afectados por su falta de humanidad (sigo siendo suave), deberían al menos, no tener que soportar su presencia continua en medios de comunicación, su lecciones de política y sus vacías explicaciones sobre lo inexplicable.

No es justo, que las víctimas sean humilladas de esta forma, y menos justo aún, que se les quiera encasillar en una lucha política que no vale más que la vida de una sola persona.

Por cierto, si hablamos de justicia y de lecciones de moralidad, supongo que aquellos que consideran corruptos a los que votan a partidos en los que han existidos corruptos o “tapan” a corruptos, considerarán terroristas a los que votan a partidos a partidos que “reciben”, le dan voz y justifican a terroristas. Es lo justo, ¿no?.

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