Abucheos

El líder del PSOE deja en manos de la militancia una decisión capital, y Susana Díaz pretendía someterla a un alambicado y exclusivo proceso que incluye una consulta con mesa y mantel con lo más granado del Ibex 35

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Según cuentan los más viejos del socialismo democrático español que aún deambulan por Ferraz, nunca nadie había recibido un abucheo del Comité Federal. Pues bien, el portavoz del Grupo Socialista en el Parlamento andaluz, Mario Jiménez, fue abucheado el pasado sábado 30 de enero por el Comité Federal de PSOE tras acusar a su secretario general, Pedro Sánchez, de mancillar la memoria de los socialistas muertos al no defender al partido de los ataques de Podemos. (Por cierto, algo por estilo le espetó a ZP Rajoy a propósito de las negociaciones del Gobierno socialista con ETA).
El desbarre de Jiménez, digno de un análisis psiquiátrico que precise la dosis de odio, inquina, poco sentido común y ventolera que contiene, forma parte de la estrategia que Susana Díaz puso en marcha para hacerse notar de nuevo en el Comité Federal del PSOE. Era el clímax. Primero, ZP se mostró convencido de que habrá nuevas elecciones. Después, José Andrés Torres Mora y Máximo Díaz Cano, dos teólogos de cabecera de la lideresa, reactivaron el orgullo socialista con un artículo de obligada publicación contra el PP y Podemos.
Sobre un terreno plagado de emociones, Susana Díaz atacó antes de pisar el Comité Federal a Iglesias y defendió a Felipe González. Todo para tumbar a Pedro Sánchez, que si perdía la votación, se tendría que marchar,  según pregonaban la lideresa andaluza y los suyos por los pasillos de Ferraz en un nuevo alarde de discreción.
Finalmente, la lideresa andaluza recogió velas de nuevo y apenas si arrancó que el congreso se adelantara un mes, en vez en junio en mayo, cuando ella quería que fuera en marzo.
A cambio, Pedro Sánchez le endosó una consulta de los pactos postelectorales entre la militancia que le rompió la mesa camilla que tanto gusta a Susana Díaz para sustentar su toma de decisiones. El modelo es diametralmente diferente: el líder del PSOE deja en manos de la militancia una decisión capital, y Susana Díaz pretendía someterla a un alambicado y exclusivo proceso que incluye una consulta con mesa y mantel con lo más granado del Ibex 35. 
Por cierto, a los dirigentes socialistas andaluces en general habría que explicarles que lo que realmente ha mancillado la memoria de los socialistas que descansan en paz son los casos de corrupción en Andalucía,  con el fraude de los ERE y los cursos de formación a la cabeza, y el clientelismo y el pesebrismo. Mientras no entiendan esa verdad, corren el riesgo de instalarse definitivamente en el ridículo.   

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