La recuperación del PP

En el PP están muy sorprendidos de que los ciudadanos no respalden en los sondeos la recuperación económica que el Gobierno de Rajoy ha protagonizado en estos tres años largos de legislatura

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En el PP están muy sorprendidos de que los ciudadanos no respalden en los sondeos la recuperación económica que el Gobierno de Rajoy ha protagonizado en estos tres años largos de legislatura. Algunos dirigentes peperos están incluso dolidos y se indignan ante tamaña desconsideración por parte de la ciudadanía. ¡Habrase visto cuánto desagradecido!, piensan para sus adentros. No se quieren enterar de que esa supuesta recuperación, que tanto gozo y satisfacción les proporciona a ellos y a sus castas, pasa por una receta inaceptable: trabajos temporales con salarios de miseria –uno de cada cuatro nuevos empleos tiene una duración de un mes o menos-, más de un tercio de población malviviendo con sueldos mensuales de menos de 645 euros. Y unos recortes que golpean principalmente a las clases medias y trabajadoras, que han visto cómo su Estado del bienestar se lo han ido desmantelando sin prisas pero sin pausas. Tampoco asumen que  la mayoría no quiere una recuperación que deje en la estacada al 20% de la población activa sine die, como parte de un paro estructural que solo se puede reducir, visto lo visto, fomentando una emigración que ya se ha llevado por delante a más de 400.000 jóvenes desde que en 2008 arrancara esta crisis. No aceptan tampoco que, aunque la recuperación fuera cierta y algo más benigna, una mayoría de la ciudadanía no les perdona la corrupción que les ha salpicado de lleno con los casos Gürtel y Bárcenas. ¿Cómo puede exigir más esfuerzos al personal un partido que ha manejado dinero negro durante años? ¿Qué fuerza moral tiene un partido cuyo tesorero nacional ocultaba millonadas al fisco en Suiza? Está claro que Hacienda ya no somos todos. Pero a todo esto, hay que añadir esa chulería con cascabeles, marca de casa Génova, que algunos ministros y dirigentes del PP llevan más de tres años exhibiendo, paseando sin complejos por las narices de una ciudadanía que, en muchos casos, solo exige que se le escuche, algo de respeto después de tantos penurias y sacrificios. Esa forma de proceder es un autoritarismo que encuentra sus raíces no ya en el franquismo, en los salvapatrias, sino en una visión cortijera del mundo, que convierte a los ciudadanos, despojados de derechos, en pelota picada, en plebeyos. Por todo eso y alguna cosa más, al PP no le compra la mayoría del electorado su recuperación económica. Normal.  

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